Pocos días antes de que la OMS diera a conocer su informe sobre los perjuicios del consumo de carnes rojas y procesadas, se publicó un estudio también relacionado con salud y alimentación, pero que fue poco reproducido por los medios.
El 21 de octubre, en la revista estadounidense Neurology aparecieron los resultados de una investigación de la Universidad de Columbia, en Nueva York, que señalan que seguir la llamada dieta mediterránea, basada en pescado, verduras, legumbres, cereales, frutas frescas y secas, y grasas monoinsaturadas como el aceite de oliva, podría reducir el encogimiento y el envejecimiento del cerebro. El estudio, dirigido por la neuróloga Yian Gu, fue realizado en 674 estadounidenses que promediaban los 80 años. Entre las conclusiones estaban los siguientes datos sorprendentes:
El cerebro de quienes mantenían una dieta cercana a la mencionada era más grande, y el volumen de masa gris era mayor que el de aquellos que no llevaban ese tipo de dieta. Eso, según la investigación, equivalía a unos cinco años de envejecimiento, con perjuicio, por supuesto, para los peor alimentados.
La relación se establecía entonces entre una alimentación sana, que reduciría el riesgo de enfermedades cardiovasculares, y eso a la vez influiría en la conservación del tamaño del cerebro a edades avanzadas.
En general, la información acerca de la dieta mediterránea, y en particular el estudio de la Universidad de Columbia, hacen hincapié en que, para que los beneficios sean óptimos, la alimentación regular debe ser limitada en carnes, en productos lácteos y en grasas saturadas y, por el contrario, suficiente en pescado, es decir de al menos 115 gramos por semana. En términos especializados eso quiere decir una dieta rica en Omega 3 y en antioxidantes.
Pero entre los alimentos beneficiosos también hay los más destacados, como las nueces, y hay a la vez detalles que tener en cuenta, por ejemplo el de limitar el consumo de peces grandes como el espada o la caballa, en los que la concentración de mercurio puede ser nociva.
Antes de que la comunidad científica hablara sobre los efectos de la dieta mediterránea en el volumen que toma el cerebro en su proceso de envejecimiento, había sido más específica y mostrado un mayor consenso respecto a la relación de ese tipo de alimentación con la enfermedad de Alzheimer. Los beneficios, en ese caso, serían indudables.
Más allá de sus beneficios para la salud, la dieta mediterránea constituye un estilo de vida y una herencia cultural que tiene siglos de historia. Prueba de su relevancia es que en noviembre de 2010 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.
Entrevistados: Dr. Mario Riverol, neurólogo en la clínica Universidad de Navarra, y Dra. Teresa Cóccaro, nutricionista del Instituto de Neurociencias de Buenos Aires.
Fuente: Españl RFI
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