Las mejoras en las técnicas de imagen ha permitido constatar que la presión arterial elevada provoca lesiones isquémicas de muy pequeño calibre que penetran en el cerebro y que se acompañan de deterioro de las funciones cognitivas.
La Fundación Española del Corazón (FEC) quiere poner de relieve la necesidad de bajar las cifras de presión arterial de los pacientes con hipertensión arterial en las edades medias de la vida, pues esto además podría retrasar el deterioro cognitivo, la demencia y la aparición de patologías como el alzhéimer en la edad adulta mayor. Y es que distintos estudios han demostrado que existe una relación directa entre la presión arterial elevada y el deterioro de la función cognitiva.
A través del análisis de los datos recopilados en distintos estudios no diseñados específicamente para establecer la relación entre la hipertensión y la esfera cognitiva, se ha observado a lo largo de los años que aquellos pacientes hipertensos que reciben tratamiento eficaz tienen menor incidencia de desarrollar demencia en comparación con los no tratados. Así, los especialistas creen en la hipótesis que defiende que bajar la presión arterial podría ser beneficioso para la prevención de la demencia.
Precisamente este fue uno de los temas tratados el pasado mes de octubre en el marco del Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2015. Y es que, “controlar la presión arterial en pacientes de mediana edad con medicamentos relativamente baratos y que este hecho pueda lograr evitar o retardar la demencia en la edad anciana supondría múltiples beneficios. Además, cabe destacar que el impacto que esto puede tener desde el punto de vista socio sanitario y económico es espectacular”, explica el Prof. Antonio Coca, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), director de la Unidad de Hipertensión y Riesgo Vascular del Hospital Clínic de Barcelona, y presidente del Council on Hypertension de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC).
Así, y durante los últimos cinco años, distintas investigaciones han intentado resolver cuál es la base anatomopatológica que permite explicar la relación entre la presión arterial y la esfera cognitiva. Gracias a la evolución en las técnicas de imagen, particularmente de la resonancia magnética cerebral, se ha observado que la hipertensión provoca lesiones isquémicas en las arteriolas de menor calibre que penetran en el interior del cerebro.
“Estas microlesiones cerebrales conocidas como ‘lesiones de la sustancia blanca’ y ‘microhemorragias’ no causan ningún tipo de síntoma y, por tanto, eran indetectables hace tan solo unos años, cuando la tecnología existente no permitía observarlas. Además, se ha observado que tienen una relación directa con los procesos cognitivos, entendiendo que cuantas más lesiones presenta el paciente peores resultados obtiene en las diferentes pruebas en torno al funcionamiento del cerebro (no solo la memoria, que es lo último que se pierde, sino también en la capacidad de atención, de razonamiento verbal, o de cálculo mental, por ejemplo)”, explica el Prof. Antonio Coca.
En este sentido, el estudio Ohasama ha mostrado que la presión sistólica y su variabilidad obtenida por automedida domiciliaria se asocia a un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Tras analizar más de 500 personas, la investigación concluía que la medición de la presión arterial en casa puede aportar información clínica de utilidad para la detección del deterioro cognitivo.
Otro trabajo, publicado en Circulation en 2014, analiza los efectos de la presencia prolongada de factores de riesgo cardiovascular a lo largo de 25 años en 3.381 adultos, determinó que la exposición continuada a niveles altos de presión arterial durante la edad adulta temprana está asociada a una peor función cognitiva durante la mediana edad.
El Prof. Antonio Coca manifiesta que, “se abre un campo de investigación realmente fascinante para varias especialidades médicas relacionadas con el riesgo cardiovascular, y no sólo para los neurólogos”, y añade que, “el problema de la demencia es que las neuronas destruidas son irremplazables, por eso no se puede curar. Así, en lo único que podemos avanzar es en evitar que las neuronas mueran o en hacer que se destruyan a una velocidad mucho más lenta. Esta última opción podría ser favorecida por el tratamiento de la hipertensión: logrando reducir la progresión de la enfermedad”.
Según el Prof. Coca, “el futuro en este campo consiste en evaluar si hay algún tipo de medicamento para la hipertensión o estrategias de combinación de fármacos que funcionen mejor que otras, es decir, que sean más efectivas para la prevención del daño cognitivo”.
La prevención, el mejor tratamiento para la hipertensión
La FEC recuerda que el mejor tratamiento para la hipertensión es la prevención, evitando así que aparezca la enfermedad. Para ello, es muy importante mantener unos hábitos de vida cardiosaludables.
No fumar, moderar el consumo de alcohol, controlar el peso, realizar ejercicio físico de manera regular y mantener una dieta cardiosaludable, especialmente controlando el consumo de sal, son las claves para evitar el aumento de los niveles de presión arterial.
Además, en el caso de los pacientes hipertensos que requieren tratamiento farmacológico, es muy importante cumplir estrictamente con el mismo ya que los resultados no siempre reflejan una reducción inmediata de la presión arterial.
Fuente: INFOMED
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