viernes, 25 de septiembre de 2015

Hidratación en los Adultos Mayores

Los adultos mayores son más susceptibles de tener problemas asociados con los líquidos y la concentración de electrolitos cuando se los compara con otros grupos de población situación que los predispone con mayor frecuencia a un desbalance del agua y sodio. Las personas mayores tienen un menor contenido de agua corporal como resultado de su composición corporal y que se caracteriza por una disminución de la masa magra(músculo) y un aumento de grasa corporal. Aunque la hidratación de la masa magra no es influenciada en sí por la edad, la tendencia a una pérdida de masa muscular con la edad se asocia a un menor contenido de agua en el organismo, que aumenta la susceptibilidad a la deshidratación, especialmente cuando se produce un aumento de la temperatura corporal.

¿Es frecuente la deshidratación en los adultos mayores?

La deshidratación es un problema frecuente en los adultos mayores, ya que su capacidad homeostática se encuentra disminuida y que no le permite regular eficientemente los niveles de líquidos y electrolitos en el cuerpo. Además, numerosos estudios muestran que los adultos mayores en general, no consumen cantidades adecuadas y suficientes de líquidos que les permitiría mantener una adecuada hidratación y una concentración ideal de electrolitos en el plasma.

¿De dónde proviene el aporte de líquidos al organismo?

El aporte de líquidos (agua) proviene de tres fuentes: el consumo de líquidos; el agua de los alimentos y el agua generada en los procesos metabólicos. Las pérdidas de agua pueden ser a través de la piel (sudoración aumentada en ambientes cálidos y fiebre), respiración (enfermedades respiratorias y aumento de esfuerzo físico), gastrointestinales (aumentadas en diarreas) y renales (orina).

¿Por qué el adulto mayor necesita cuidar su hidratación?

Alrededor de la quinta década de la vida, el peso de los riñones empieza progresivamente a bajar, el número de glomérulos intactos disminuye y el número de glomérulos escleróticos aumenta. Esto genera durante el envejecimiento cambios en la función renal que se produce por reducción en la filtración glomerular, una menor capacidad para concentrar orina, sodio y para excretar grandes cantidades de agua. Es decir, un anciano, necesitará mayor cantidad de agua para excretar igual cantidad de sodio y sustancias de desecho que una persona joven.

¿Qué sucede con la sed en el adulto mayor?

A mayor edad también se produce una disminución de la sensación de sed. Los mecanismos parecieran estar relacionados con una menor sensibilidad osmótica (baroreceptores y reflejos cardiopulmonares) y alteraciones en diversos neurotransmisores. Se ha encontrado también modificaciones en receptores orofaríngeos que pueden hacer disminuir el gusto a la ingesta de líquidos. Estudios que comparan personas jóvenes versus adultos mayores en situaciones de privación de agua, muestran que al final del período, los adultos mayores consumen una menor cantidad de agua que los jóvenes, lo que aumenta el riesgo de mantener una osmolalidad elevada en el plasma. La disminución de la sed también se observa en respuesta al estrés por calor y a la deshidratación térmica, aumentando además el riesgo de sufrir una hipertermia.

¿Qué otros problemas favorecen la deshidratación en el adulto mayor?

Los problemas de deshidratación pueden aumentar por la existencia de incapacidades físicas y cognitivas que limiten el acceso al consumo de agua. La presencia de enfermedades acompañadas de fiebre y diarrea son factores que contribuyen al desbalance. El uso de numerosos medicamentos les produce efectos secundarios adversos que alteran la sensación de sed o bien promueven la diuresis, favoreciendo así una deshidratación. Alteraciones como la demencia y el delirio también alteran el consumo de líquidos.

¿Qué síntomas se asocian a la deshidratación del adulto mayor?

La deshidratación y la alteración electrolítica pueden contribuir a la aparición de síntomas clínicos no específicos que deben tenerse presente al momento de examinar un anciano (confusión mental, dolor de cabeza e irritabilidad). También la deshidratación se puede asociar con hipotensión arterial, aumento de la temperatura corporal, por lo que en esos casos siempre debe revisarse la ingesta de líquidos.

¿Cómo se podrían evitar los problemas de deshidratación?

Una manera de evitar la deshidratación, es tener siempre presente que los adultos mayores tienen mayor riesgo de presentarla y aunque no sientan sed ellos deben beber más líquidos o se les debe ofrecer en forma más frecuente algún tipo de bebida. Los líquidos a ofrecer pueden ser diversos tales como sopas, jugos, leche, agua y líquidos saborizados. Estos últimos tienen una mayor aceptación. También es recomendable crear hábitos o rutinas de ingesta de agua u otros líquidos, que aseguren su consumo, por ejemplo beber agua todas las mañanas o beber agua antes de salir a pasear, para aumentar su consumo. El aporte debe ser siempre mayor en climas cálidos o en épocas de veranos para contrarrestar las pérdidas por sudor y por la respiración. Se debe procurar que los adultos mayores permanezcan en ambientes frescos, con ropas claras, livianas y holgadas y en ambientes adecuadamente temperados.

¿Qué líquidos deben evitarse?

Se debe evitar el consumo de líquidos con efecto deshidratante por su efecto diurético como té, café, bebidas cola (por su contenido en xantinas) y alcohol.

¿Qué otros factores pueden contribuir a la deshidratación?

La incontinencia urinaria es un factor que se debe tener presente, ya que para evitarla muchos adultos mayores consumen menos agua, favoreciendo así el desarrollo de una deshidratación.  También se deben revisar los medicamentos recibidos y limitar el uso de los que son estrictamente necesarios considerando que muchos de ellos favorecen la pérdida de líquidos.

¿Cómo se puede controlar la deshidratación en el adulto mayor?

Una forma sencilla de controlar la hidratación en ancianos ambulatorios es observar el color de la orina (orienta acera del grado de concentración), muy oscura significa que hay mayor concentración y debe ingerirse más líquidos o bien se puede observar la frecuencia y la cantidad de orina. La presencia de patologías y la institucionalización de los adultos mayores se ha visto que se asocia a una prevalencia mayor de deshidratación. Por eso, en pacientes hospitalizados el control de la ingesta de líquidos realmente consumidos, la medición de deposiciones, de la cantidad de orina y su densidad (balance hídrico), así como la diferencia de peso del anciano en un período de tiempo, son algunas maneras de tener una orientación acerca del balance hídrico que contribuya a prevenir la deshidratación.

Fuente: Alimentos y salud

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