La familia siempre ha sido uno de los pilares de la milenaria cultura china. Incluso, el Estado chino es concebido como una gran familia. Sin embargo, debido a los cambios demográficos en los últimos años, poco a poco los hijos están dejando de vivir junto con sus padres en el mismo hogar. En consecuencia de ello, el gobierno chino se enfrenta a un problema que no había anticipado: la población está envejeciendo rápidamente y una cantidad cada vez mayor de ancianos se encuentra viviendo por su cuenta.
La filosofía confuciana está embebida en los principios de la sociedad china. Según esta filosofía tradicional, la familia constituía una entidad extensa y estable conformada por varias generaciones bajo un mismo techo. Las familias chinas daban por hecho que los hijos crecerían para hacerse cargo de sus padres en la ancianidad de estos. Aún hoy es común ver familias multigeneracionales viviendo en la misma casa. Se estima que cerca de las tres quintas partes de la población que tiene más de 65 años vive con sus hijos, una proporción superior a la mayoría de países desarrollados.
Sin embargo, las cosas están cambiando en China. Cada vez más padres viven lejos de sus hijos, y cuando uno de los padres muere, el otro sigue viviendo solo. Se estima que la quinta parte de los hogares unipersonales en China están conformados por personas mayores de 65 años. Los jóvenes chinos que viven solos generalmente lo hacen porque así lo han decidido, pero este no es el caso de la mayoría de los ancianos. Muchas de estas personas mayores que viven solas han recibido una pobre formación, y la mayor parte son mujeres.
El país no estaba preparado para las consecuencias de tener ancianos viviendo solos. La política del gobierno está basada en la idea de que las familias deben vivir juntas, y el Estado asume que la descendencia se encarga de cuidar de sus ancianos y aquellos en situación vulnerable. Por ello, el sistema de bienestar social chino no cuenta con la capacidad de ayudar a los ancianos que viven solos, a pesar de los esfuerzos realizados para brindar pensiones, servicios de salud y otros mecanismos de protección social.
La política de un hijo por familia es uno de los factores que ha contribuido con esta crisis. Se estima que, en 2025, la cuarta parte de la población china tendrá más de 60 años, y que solo habrá 2.5 adultos en edad de trabajar por cada persona mayor de 65 años (actualmente la proporción es de 8 a 1). Debido a los cambios en los últimos tiempos, no quedan muchos entre las generaciones jóvenes que estén disponibles para recibir a sus ancianos en su hogar, y muchos de aquellos que migraron del campo a la ciudad en búsqueda de trabajo ni siquiera tienen la capacidad de hacerlo.
El gobierno chino es consciente de este problema. Por ejemplo, se dice que en 2013 flexibilizó la política de un hijo por familia debido al creciente número de ancianos viviendo solos. Incluso ha tratado de obligar por ley en el mismo año que los hijos visiten a sus padres y satisfagan sus “necesidades espirituales”, bajo pena de multa o cárcel por incumplimiento. Existen muchas iniciativas locales que involucran a los adultos mayores, pero que no son supervisadas por el gobierno. Dados los rápidos cambios en la sociedad, el Estado chino debe priorizar la atención de las necesidades de su población de ancianos cada vez mayor.
Fuente: Proexpansion
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