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lunes, 30 de noviembre de 2015

Clausura de los Viernes Científicos de Gerontología

Con gran éxito la Escuela Profesional de Gerontología clausuró su Ciclo de Conferencias de Viernes Científicos, con la Mesa Redonda “400 años de Experiencia” que reunió a profesionales de excelente trayectoria como el Gran Amauta del Perú Dr. Jorge Lazo Arrasco, el Ex Ministro de Educación Dr. Gerardo Ayzanoa del Carpio, el Ex Diputado de la Nación Dr. César Olano Aguilar, el destacado investigador de la Uncaria tomentosa (conocida como “Uña de Gato”) Dr. Juan de Dios Zúñiga Quiroz y el reconocido Coordinador de la RAFAM Perú (Red de Actividad Física para Adultos Mayores) Lic. César Augusto Taramona Espino.

Nuestros brillantes expositores brindaron una ponencia magistral de su experiencia de vida exitosa, cautivando atención y admiración a cada uno de los participantes. 

Antes de finalizar el evento el Lic. Taramona, realizó una rutina de defensa personal, demostrando que llevando una vida activa tendremos un proceso de envejecimiento saludable

De esta manera la Escuela Profesional de Gerontología reconoció la sabiduría de los años vividos de nuestros destacados invitados como ejemplos para todas nuestras edades.

jueves, 26 de noviembre de 2015

10 Beneficios del brócoli para la salud

El brócoli es un miembro de la familia de la col y está estrechamente relacionado con la coliflor y los coles de Bruselas.

Uno de los mayores beneficios para la salud del brócoli es que ayuda a reducir el riesgo de cáncer. Además, estudios científicos han demostrado una amplia gama de propiedades terapéuticas asociadas con este vegetal crucífero.

El brócoli es rico en nutrientes. De hecho, una porción de tan solo 100 gramos de brócoli le proporcionará más del 150% de su ingesta diaria recomendada de vitamina C. Además, también es rico en vitamina K, vitaminas del complejo B, vitamina A, hierro, magnesio, zinc, cromo, cobre, potasio, fósforo, proteína, fibra y fito-nutrientes. Los fitonutrientes son compuestos que disminuyen el riesgo de desarrollar diabetes, enfermedades del corazón y ciertos tipos de cáncer.

El brócoli es nativo de Italia, se introdujo en los Estados Unidos en la época colonial, popularizado por los inmigrantes italianos que trajeron esta hortaliza al Nuevo Mundo. Aunque al principio no tuvo buen recibimiento por su sabor fuerte, hoy día es uno de los vegetales más recomendados.

10 razones para comer brócoli

1.- Reduce el riesgo de cáncer

La composición química del brócoli y otras verduras crucíferas es compleja, lo que hace que sea difícil determinar con exactitud qué compuestos son los que proporcionan protección contra el cáncer. Sin embargo, varios expertos están de acuerdo en que el brócoli contiene ciertas sustancias químicas que pueden reducir el riesgo de cáncer colorrectal, cáncer de próstata y otros tipos.

Los compuestos en el brócoli que podrían ser eficaces contra el cáncer incluyen los fitoquímicos, el sulforafano y los indoles. El sulforafano es un compuesto muy potente que se deriva de la glucorafanina y se forma cuando se mastica el brócoli. Se cree que este compuesto combate el cáncer de varias maneras:

  1. Aumenta las enzimas que ayudan al cuerpo a deshacerse de sustancias cancerígenas.
  2. Mata las células anormales.
  3. Ayuda al organismo a limitar la oxidación, el proceso por el cual se inician muchas enfermedades crónicas a nivel celular.

Los indoles combaten el cáncer al bloquear los receptores de estrógenos en las células de cáncer de mama, inhibiendo así el crecimiento de células cancerosas sensibles a los estrógenos en los senos.

Algunos expertos dicen que pequeñas cantidades de brotes de brócoli pueden proteger contra el cáncer con la misma eficacia que una cantidad mayor de brócoli maduro. Se recomienda comerlo crudo, ya que así retiene más nutrientes. El comerlo cocido reduce algunos de los beneficios del brócoli ya que el proceso de calentamiento parece destruir algunos compuestos anti-cáncer.

Media taza al día o dos porciones de 2 tazas a la semana es suficiente para obtener algunos de los beneficios de prevención del cáncer. No obstante, la Sociedad Americana Contra el Cáncer recomienda comer una amplia variedad de alimentos de origen vegetal, además del brócoli, para obtener los componentes necesarios para reducir el riesgo de cáncer.

2.- Contiene poderosos antioxidantes

Los antioxidantes en el brócoli trabajan para reducir el riesgo de estrés oxidativo en el organismo. Estos nutrientes evitan la formación excesiva de moléculas altamente reactivas que contienen oxígeno y contribuyen a la inflamación crónica y el riesgo de cáncer.

Los antioxidantes trabajan más eficazmente cuando están juntos. Por ejemplo, la vitamina C puede servir de apoyo al metabolismo del oxígeno por más tiempo si se acompaña de ciertos flavonoides como la quercitina y el kaempferol, el brócoli contiene estos dos flavonoides. Además, también contiene otros poderosos antioxidantes como la luteína, el beta-caroteno y vitamina E.

3.- Asiste en la desintoxicación del organismo

Según el dr. Michael Greger, editor de NutritionFacts.org, el sulforafano en el brócoli mejora la función del hígado en cuanto a la excreción de moléculas extrañas. Por ejemplo, si usted toma café y come brócoli y coles de Bruselas, el hígado elimina más rápido la cafeína.

El doctor Greger dice que el mismo efecto lo tiene para eliminar toxinas que vienen en las carnes y otras comidas. Lo mejor de todo es que este aumento en la capacidad del hígado para eliminar sustancias químicas de nuestro cuerpo dura hasta dos semanas después de haber ingerido los vegetales crucíferos como el brócoli y los coles de Bruselas.

4.- Fortalece la salud de los ojos

El brócoli es rico en riboflavina, también conocida como vitamina B2. Esta vitamina ayuda a que los ojos se adapten a los cambios de luz. Una deficiencia de riboflavina puede resultar en inflamación, visión borrosa y fatiga ocular. Investigaciones en animales sugieren que el consumo adecuado de vitamina B2 ayuda a prevenir las cataratas o retrasar su progreso.

El brócoli también contiene dos carotenoides que desempeñan un papel importante en la salud de los ojos: luteína y zeaxantina. La luteína se encuentra en mayor concentración en el área externa de la retina (retina periférica). Del mismo modo, la zeaxantina se encuentra en la mácula cerca de la porción central de la retina. Por lo tanto, el consumo adecuado de luteína y zeaxantina ayudan a reducir el riesgo de problemas relacionados con la mácula del ojo como por ejemplo, la degeneración macular y los problemas en el área de la lente del ojo como por ejemplo las cataratas.

5.- Ayuda a retrasar el proceso de envejecimiento

Evidencia científica sugiere que el sulforafano que se forma cuando se mastica el brócoli, puede rejuvenecer el sistema inmunológico lo suficiente como para proteger el organismo de las enfermedades comunes del envejecimiento tales como artritis, Alzheimer’s y enfermedades cardiovasculares.

Además, este compuesto también sirve para mantener la piel saludable y retrasar la aparición de las arrugas.

6.- Fortalece la salud cardiovascular y baja el colesterol

Una de las recomendaciones comunes para bajar el colesterol es comer alimentos altos en fibra y el brócoli es uno de ellos. Para este fin, se cree que el brócoli cocido al vapor es más eficiente que el crudo. Por otro lado, el sulforafano activa una proteína en el organismo que detiene la formación de placa en las arterias.

El brócoli también cuenta con sustancias que detienen la inflamación crónica dentro de los vasos sanguíneos y las células.

7.- Previene la osteoartritis

Según un equipo de investigadores de la Universidad de East Anglia, comer brócoli regularmente puede retrasar e incluso prevenir la osteoartritis. En el estudio que se realizó con ratones y células, el sulforafano logró bloquear una enzima destructora que daña el cartílago. De acuerdo con el investigador principal, Ian Clark, los resultados son “muy prometedores”.

8.- Reduce la inflamación

Anteriormente en este artículo hablamos de las propiedades antiinflamatorias del brócoli. Ahora conozcamos un poco sobre la inflamación. El organismo usa la inflamación como una defensa para proteger al cuerpo de agentes dañinos. Este proceso funciona muy bien para sanar al cuerpo de heridas y otras lesiones. Sin embargo, cuando la inflamación se vuelve crónica, el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades aumenta.

Para evitar la inflamación crónica se recomienda una dieta rica en frutas y vegetales. El brócoli es una excelente opción ya que contiene unas sustancias llamadas isotiocianatos que ayudan a “apagar” la reacción inflamatoria.

9.- Fortalece la salud de los huesos

Buenas noticias para las personas que no pueden tomar leche, cada porción de brócoli sirve para fortalecer los huesos también. El brócoli es una buena fuente de calcio y de vitamina K, un nutriente esencial para la formación de la osteocalcina (un tipo de proteína que se encuentra sólo en los huesos).

10.- Ayuda en el control de la diabetes

Una de las recomendaciones alimenticias para combatir la diabetes es incluir comidas altas en fibra y bajas en calorías. Una porción de media taza de brócoli contiene 5 gramos de fibra y sólo 50 calorías. Además, también contiene ciertas sustancias que ayudan a prevenir el daño causado por la diabetes a los vasos sanguíneos. 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Cuidados preoperatorios y postoperatorios para el Adulto Mayor

El aumento de la vida media que se observa en nuestro país y en general en el mundo occidental ha condicionado un aumento de la esperanza de vida. En consecuencia hay un incremento de pacientes en edad senil. Se calcula que más del 40% de los pacientes ingresados en los hospitales españoles tienen más de 65 años.

Al mismo tiempo se observa un incremento de las patologías crónicodegenerativas que se manifiestan con mayor incidencia en la población geriátrica. Estas enfermedades, asociadas a los naturales procesos de involución biológica propios de la edad mayor, crean dilemas peculiares relacionados con la gestión del paciente geriátrico candidato a intervención quirúrgica.

Por otro lado, el perfeccionamiento de las técnicas quirúrgicas y el desarrollo de sistemas de apoyo anestesiológico y de reanimación y resucitación han permitido ampliar el número de pacientes en edad avanzada y/o portadores de desequilibrios morfológicos o funcionales que pueden ser sometidos a una intervención quirúrgica.

Pero quizás uno de los avances más importantes que ha permitido incrementar las intervenciones en personas de edad avanzada ha sido el mejor conocimiento de los factores de riesgo que regulan el envejecimiento biológico.

No hace muchos años se establecía un límite arbitrario de indicación quirúrgica en los 70 años. Actualmente la edad no representa por sí misma un factor de riesgo significativo para la cirugía, sino que lo es el estado general de salud, la reserva funcional y la calidad de vida previa.

En consecuencia la problemática actual consiste en localizar y corregir los llamados factores de riesgo para poder identificar en el periodo preoperatorio a los pacientes con mayor riesgo de complicaciones o de mortalidad y poder así aplicar tratamientos de apoyo dirigidos a valorar la reserva funcional de cada enfermo. Por eso, actualmente la edad no representa por sí misma un factor de riesgo significativo para la cirugía.

La cirugía de urgencia presenta mayor riesgo y complicaciones en el adulto mayor que en los adultos más jóvenes, por tener menor reserva orgánica. Por esto queda clara la conveniencia de cirugía electiva, siempre que sea posible.

Se debe ser especialmente cuidadoso en la evaluación de los pacientes mayores, que debe ser multidimensional, considerando y diferenciando al paciente con buena salud previa de aquellos con morbilidad asociada o en situaciones de emergencia, ya que lo que sí da un claro patrón de la recuperación e incluso de supervivencia, es la situación funcional previa a la intervención, siendo mucho mejor en todos los sentidos el adulto mayor autónomo que no aquellos que tiene un mayor grado de dependencia.

Las técnicas de cirugía mínimamente invasivas han permitido mejorar el pronóstico de muchos procedimientos quirúrgicos en el adulto mayor y su desarrollo está en pleno proceso. La cirugía laparoscópica, la práctica de anestesias locales o regionales, el uso de tecnología de precisión como el láser, etc., han permitido a las personas mayores beneficiarse de la cirugía en situaciones seleccionadas. Cada vez es más frecuente la modificación de una técnica para disminuir al máximo su riesgo, cosa que beneficia a toda la población, pero particularmente a las personas de edad avanzada.

En general, en la fase preoperatoria se ha de valorar el llamado riesgo quirúrgico, que se evalúa teniendo en cuenta factores como:

  • Valoración física: control de las enfermedades crónicas preexistentes y valoración de pruebas complementarias básicas como analíticas, radiografías pulmonares y electrocardiogramas, u otras más especificas, como pruebas de función respiratoria, etc.
  • Valoración funcional: saber cómo realiza el paciente sus actividades básicas e instrumentales previamente a la cirugía va a dar mucha información sobre cómo se va a soportar la cirugía y a fijar objetivos realistas de recuperación.
  • Valoración psicológica: no sólo conocer la carga emocional inherente a la cirugía, sino el estado cognitivo previo y prever un síndrome confusional.
  • Valoración social: también es importante conocer el entorno al que ha de volver el paciente mayor tras la intervención quirúrgica.
  • Tipo de cirugía: es evidente que hay tipos de cirugía con mayor riesgo que otros, no es lo mismo una intervención de cataratas que una de colon. Se ha tener en cuenta la región afectada, la técnica utilizada y el tiempo quirúrgico.
  • Tipo y tiempo de anestesia: los adultos mayores son más sensibles a los efectos anestésicos por los cambios en el metabolismo de los fármacos que los adultos más jóvenes, retrasando el tiempo de recuperación anestésica.

Es importante entrar en la cirugía en el mejor estado general posible, con adecuada ventilación y oxigenación, sin desequilibrios hidroelectrolíticos, con un volumen intravascular adecuado y constantes vitales (temperatura, frecuencia cardiaca y tensión arterial) normalizadas.

Asimismo, es importante adecuar los fármacos que tome la persona mayor al estrés quirúrgico y a las interacciones que puedan surgir con los anestésicos.

Parte también importante es asegurar una adecuada nutrición previa, ya que la malnutrición retrasa la cicatrización, favorece la infección postoperatoria y aumenta la mortalidad.

Respecto a los cuidados posoperatorios inmediatos, en los pacientes mayores se ha de tener especial cuidado con:

  • Nivel de conciencia: del 15 al 30% (dependiendo del tipo de intervención) de los pacientes adultos mayores que se someten a una cirugía mayor desarrollan un síndrome confusional, por causas como los efectos de los anestésicos, el dolor, las alteraciones en la oxigenación y los electrolitos, entre otras. La prevención de este síndrome confusional es muy importante, ya la mortalidad en estos pacientes es de hasta el 30%.
  • Función respiratoria: en la cirugía mayor hay una disminución en la movilidad de la caja torácica, cosa que conlleva microcolapsos en la base de los pulmones y disminución en la movilización de la mucosidad bronquial, empeorando la oxigenación. Asimismo, el reflejo laríngeo puede estar disminuido en las personas mayores, contribuyendo al riesgo de aspiración bronquial.
  • Función hemodinámica: en los pacientes mayores la disminución de la capacidad de recuperación cardiovascular hace que en estos pacientes sea más fácil la descompensación por sobreesfuerzo tras la cirugía y exista también un mayor riesgo de hipotermia posquirúrgica.
  • Control del dolor: Un mal manejo del dolor contribuye a alargar el proceso de recuperación; aunque es cierto que los analgésicos pueden interaccionar con otros fármacos concomitantes o enfermedades asociadas, negar su uso también tiene sus consecuencias graves.
  • Prevención y detección de complicaciones: tales como tromboembolismo, neumonía, síndrome confusional, arritmia, insuficiencia cardiaca, ulceras por presión, infección urinaria… Por ello es importante la movilización precoz y la retirada de soportes ventilatorios, catéteres y sondajes.

Fuente: MAPFRE

martes, 24 de noviembre de 2015

Prevención de accidentes

Caídas

Las caídas son los accidentes más frecuente en los adultos mayores. A ello contribuyen factores propios de la misma naturaleza del adulto mayor, que presenta ya alteraciones degenerativas, origen de una mayor debilidad muscular y una deficiencia en los sistemas de relación como el equilibrio, la vista y el oído.

Para evitar las caídas deben seguirse unas normas, tanto en la actitud del propio adulto mayor, como en el medio que lo rodea. Las caídas en los adultos mayores pueden resultar muy graves, no ya por el traumatismo en sí, sino además por la descompensación que pueden producir y la necesidad de encamamiento o inmovilización que a veces les siguen.

Adaptación del domicilio:

En la adaptación del domicilio es importante tener en cuenta que los grandes cambios del entorno habitual pueden ser perjudiciales, haciendo que se sienta más confuso y alterado, al no poder reconocer las novedades.  A pesar de ello sería recomendable modificar algunas cosas para impedir accidentes, siempre de forma gradual.

  • Dormitorio:
    • Colocar la cama de manera que el enfermo pueda subir y bajar sin molestias; normalmente es necesario subir la cama unos 20-30 cm para facilitar la movilidad y ayuda.
    • Quitar la alfombra o fijarla al suelo para evitar que se resbale. 
    • Fijar la lámpara de noche a la pared o a la mesita para evitar que la tire e instalar un sistema fácil de manipular para encenderla y apagarla.
    • Procurar una correcta iluminación en el dormitorio (piloto de luz permanente), una adecuada señalización (letras e imágenes en las puertas) e iluminación del trayecto entre el dormitorio y el cuarto de baño, o colocar bandas o flechas luminiscentes que indiquen el camino. 
  • Cocina:
    • Almacenamiento de objetos entre la altura de la cadera y la de los ojos. Los objetos de uso frecuente colocados en los lugares más accesibles.
    • Escaleras o taburetes: con peldaños bien seguros si es necesario elevarse para coger algo.
    • Mesa: firme y fija.
    • Cocina y horno: Sustituir, si es posible, el horno de gas por una cocina eléctrica; si no, instalar un aparato detector de fugas de gas o que quede inutilizable cuando no se use.
    • Calentador: Bloquearlo en posición intermedia. Evitará quemaduras por agua caliente.
    • Frigorífico: Equiparlo con cerradura.
    • Electrodomésticos pequeños: Desconectarlos si no se están utilizando.
    • Suelo: Conservarlo seco para evitar caídas.
    • Productos de limpieza: Guardarlos bajo llave.
    • Cuchillos y objetos cortantes: Se deben situar fuera del alcance de adultos mayores con demencias o con patología psiquiátrica.
    • Vajilla: Se recomienda usarla irrompible o de plástico. 
  • Baño:
    • Quitar la alfombrilla de baño sobre la que pueda resbalarse.
    • Tiras antideslizantes pegadas en el fondo de la bañera.
    • Mantener una luz nocturna permanente.
    • Agarradera que facilite la entrada y salida de la bañera.
    • Evitar que se quede encerrado.
    • Quitar la llave de la cerradura o los cerrojos de la puerta por dentro.
    • Cierres de puertas que garanticen el acceso a una emergencia.
    • Facilitar el acto de bañarlo/se:
    • Dicha flexible, más manejable para lavarse y barras laterales para agarrarse en bañera, ducha y W.C.
    • Retretes a la altura correcta
    • Reducir al mínimo los útiles de aseo y colocarlos siempre en el mismo sitio.
    • No exponerlo a cambios bruscos de temperatura.
  • Suelos:
    • No encerarlos, quitar las alfombras, cables y objetos que puedan obstaculizar.
    • Utilizar calzado adecuado: Zapatos con suela firme, no deslizantes, sin roces y con tacones bajos. Evitar caminar con calcetines o con las zapatillas sueltas, anchas.
    • Procurar que exista una buena iluminación pero que no deslumbre.
    • Si hay escaleras, protegerlas con pasamanos a ambos lados y pintar el primer y último peldaño de color diferente y llamativo para que reconozca la escalera. Debe estar bien iluminada (pilotos de luz en zonas concretas). Alfombrillas no deslizables ni de pelo espeso o muy gruesas, suelos no encerados ni resbaladizos. Quitar cables y pequeños objetos.    

Intoxicaciones

Otros accidentes que sufren los adultos mayores suceden por intoxicaciones de diferente naturaleza:
  • Por alimentos: Pueden deberse a alimentos mal conservados, de los que el adulto mayor no perciba sus alteraciones de olor o sabor, o a la confusión de ingredientes alimentarios por otros usados para limpieza o desinfección. Los alimentos deben estar bien lavados (lavar las frutas y verduras con agua con dos gotas de lejía por cada litro de agua), bien conservados (congelados, en envases con cierres herméticos o al vacío) y bien cocinados (evitar las carnes y pescados crudos). Debe mirarse la fecha de caducidad de los alimentos que se consuman. Deben rechazarse las conservas caseras sin garantías.
  • Por fármacos: Es otra de las causas más frecuentes de intoxicación en los mayores. Debe evitarse el consumo de fármacos no prescritos por el médico. Los medicamentos deben guardarse en las condiciones que aconseja el fabricante (lugar fresco y seco y a veces en el frigorífico). Cada medicamento debe guardarse en su envase original con su etiquetado y conservar su folleto para saber en todo momento el nombre y la indicación del fármaco.

Es aconsejable saber para qué sirve cada uno de los medicamentos que se toman y saber las dosis y el número de veces en que hay que distribuir éstas a lo largo del día. Para ello es aconsejable apuntarlo en los envases. Hay un método sencillo que consiste en apuntar el número de pastillas, grageas, cucharadas, etc. que se deben tomar al día en la primera toma, poner un guión, apuntar el número de pastillas de la segunda toma y así sucesivamente.

Por ejemplo, si se deben tomar tres pastillas a lo largo del día divididas en tres tomas, escribir sobre el envase 1 - 1 - 1. Otro ejemplo: si se tienen que tomar cinco pastillas, de modo que dos sean en la primera toma, una en la segunda toma y dos en la última, se anotará sobre el envase 2 - 1 - 2.
Este sencillo método puede ayudar a evitar olvidos, tomar más cantidad de la prescrita o confundir los medicamentos.

  • Por gas:  Conviene revisar periódicamente las instalaciones del gas, no quedarse dormido nunca sobre las mesas bajo las que haya encendidos braseros o estufas y comprobar al acostarse que las llaves del gas estén cerradas.

Quemaduras

Son un capitulo importante en los accidentes que los adultos mayores sufren dentro del hogar. Conviene seguir una serie de normas:
  • Si se usan braseros, se debe tener mucho cuidado con las faldas de camilla. Alejar de las estufas y chimeneas trapos, papeles y cualquier material que pueda prenderse.
  • Proteger todas las fuentes de calor de modo que no puedan producir quemaduras al tocarlas o acercarse.
  • Si se fuma y se bebe, hay que tener especial cuidado con apagar bien las colillas y no arrogarlas al suelo. No fumar nunca en la cama.
  • Cuando se usen bolsas de agua caliente revisar que estén bien cerradas y cubrirlas con un paño.
  • No usar mantas eléctricas si hay problemas de incontinencia urinaria porque podrían mojarse.
  • No usar nunca velas ni cerillas. Si no es posible usar la luz eléctrica, se usarán linternas.
  • Si es posible, es aconsejable un regulador de la temperatura del agua de la ducha para evitar escaldaduras por el agua demasiado caliente. Esto tiene gran importancia en los adultos mayores con patologías que disminuyen su umbral de percepción de la temperatura.
  • Tener siempre en casa un pequeño extintor de incendios y aprender cómo debe usarse en caso de necesidad.
Fuente: MAPFRE

lunes, 23 de noviembre de 2015

Alteraciones sensoriales

Alteraciones de la audición

En las personas mayores la disminución de la audición es relativamente frecuente, tanto por enfermedades otológicas como por cambios relacionados con el envejecimiento (la presbiacusia).

La sordera o incluso la disminución de la agudeza auditiva está relacionada con:
  • Aumento del riesgo de caídas, con mayor miedo posterior a caerse.
  • Aumento de accidentes domésticos, como quemaduras o golpes.
  • Reducción de la movilidad.
  • Tendencia a la disminución de las actividades fuera del domicilio, con aislamiento social.
  • Disminución de las habilidades en las actividades básicas de la vida diaria, en especial las instrumentales (comprar, llevar asuntos de dinero, llamar por teléfono, viajar).
  • Desarrollo de síndromes confusionales en pacientes con deterioro cognitivo y/o frágiles.
  • Asociación a depresión, ansiedad, estrés.

Las patologías que provocan disminución de la agudeza auditiva en las personas mayores suelen ser:
  • Tapón de cera en el conducto auditivo externo, donde se acumula la cera protectora. Además de sordera puede provocar ruidos (acúfenos) y sensación de inestabilidad. El tratamiento es extracción del mismo por personal sanitario tras reblandecimiento.
  • Perforación timpánica, es decir, un “agujero” en el tímpano, producido por diversas causas (infección, traumatismo). Produce sordera, dolor, secreción por el conducto, ruidos y mareos. El tratamiento suele ser esperar la cicatrización espontánea y evitar la entrada de agua en el conducto; la cirugía se reserva para casos extremos.
  • Otitis externa, es decir, inflamación o infección en el conducto auditivo externo. La clínica consiste en sordera, dolor, picor y supuración. El tratamiento médico suele ser gotas otológicas y analgésicos orales.
  • Otitis media aguda o infección del oído medio, que provoca sordera, dolor, inestabilidad, ruidos. El tratamiento de antibiótico y analgésico debe recomendarlo un médico.
  • Otitis media crónica, que es la complicación extrema de una otitis media aguda perforada, que presenta síntomas de sordera y supuración maloliente. El tratamiento suele ser quirúrgico mediante la limpieza profunda de la zona.
  • Presbiacusia, que es la disminución de la agudeza auditiva por la pérdida de elasticidad del tímpano y los huesecillos causada por la edad y la disminución del número de células sensitivas; aproximadamente el 30% de los mayores de 65 años tiene pérdida de audición demostrable por audiometría. Es bilateral, de comienzo paulatino y afecta más y más precozmente en sonidos agudos; también provoca interferencias en la comprensión de conversaciones en ambientes ruidosos (disminuye la discriminación).

Por las implicaciones funcionales que conlleva la disminución de la audición es importante revisar de forma periódica y rutinaria la agudeza auditiva, así como valorar correctamente las quejas subjetivas de sordera por parte de los adultos mayores y no darlo como propio de la edad.

La prescripción adecuada e individualizada de audífonos, por parte de especialistas como los audiólogos, en las patologías con pérdida irreversible de la audición, ayudará a mejorar no sólo la percepción del discurso, sino también su conexión y orientación con el entorno y permitirá una mayor y más segura movilidad, hecho que puede mejorar radicalmente la calidad de vida de la persona mayor con sordera.

Alteraciones de la vista

Las alteraciones de la vista tienen un valor especial en las personas mayores por su frecuencia, por su importancia para mantener la independencia (afectan a la realización de las actividades de la vida diaria y son factor importante para el desarrollo de síndrome confusional) y porque son problemas que con frecuencia se pasan por alto. La pérdida de la visión puede deberse en los mayores a numerosas causas éstas pueden ser tratables o no.

En cualquier caso aumenta la probabilidad de accidentes y caídas y las personas que ven mal pueden tener problemas para desenvolverse en la vida normal. Los problemas de visión pueden también causar trastornos psíquicos y de conducta en las personas mayores. Es por todo ello imprescindible que los mayores vayan a revisarse la vista con cierta frecuencia, porque de ella depende su futura calidad de vida. En ausencia de problemas, no es mal consejo hacerse una revisión al año

Las patologías de la vista de las personas mayores más frecuentes son:

Presbicia

La presbicia es la pérdida de acomodación del cristalino que aparece cuando éste se vuelve rígido con el paso de los años, en especial a partir de los 45 años, y se hace máxima hacia los 65. El cristalino es una lente que existe en el interior del ojo, y tiene como función enfocar la vista. Por eso la presbicia, que también se conoce como "vista cansada", se presenta como dificultad para enfocar los objetos al cambiar la mirada de lejos a cerca. Es un cambio universal y se corrige con gafas que mejoran el enfoque de los objetos cercanos.

Cataratas

Las cataratas son extraordinariamente frecuentes. El cristalino (la lente) se vuelve progresivamente opaco y va haciendo perder la visión. Aparecen en los dos ojos, pero su progresión puede ser a distinta velocidad. Se dan con más frecuencia en mujeres, aunque no se conoce exactamente el motivo. También son más frecuentes en diabéticos, fumadores y bebedores. La clínica, además de visión borrosa, puede ser miopización, visión deformada o amarillenta o imágenes dobles al mirar con un ojo; si la catarata es periférica la clínica puede ser muy leve. El único tratamiento eficaz es la intervención quirúrgica, en la que se cambia el cristalino por una lente intraocular que suple sus funciones. Es una operación sencilla, que habitualmente se realiza de forma ambulatoria y con una elevadísima tasa de éxito.

Degeneración macular

En la parte posterior del ojo está la retina, que es la zona que recoge las imágenes y las convierte en impulsos nerviosos que el cerebro interpreta. En el centro de la retina hay una zona que se llama mácula, esencial para la visión porque es el lugar donde se enfoca la imagen. En la degeneración macular esta zona se daña (aún no se sabe bien por qué sucede). Cada vez se diagnostica con más frecuencia. El afectado empieza a ver las líneas torcidas y pierde luego visión de la parte central del campo visual, que puede avanzar hasta llegar a la ceguera. Hay varias formas de distinta gravedad, y los tratamientos aún no son muy eficaces y la mayoría está en fase de experimentación y desarrollo. Es obligado el control por un oftalmólogo.

Glaucoma

El glaucoma es el aumento de la presión del líquido que hay dentro del ojo. Este aumento de presión puede llegar a dañar el nervio óptico de forma irreversible, haciendo que se pierda la visión de la periferia hacia el centro (perdida del campo visual periférico). Hay distintas formas de glaucoma; por cierre o bloqueo de los canales de “desagüe” del liquido ocular (obstrucción por detritus o por cierre del canal por el iris si éste se abomba) o por aumento de su producción. El problema de esta enfermedad es que muchas veces no produce síntomas precoces, por lo que con frecuencia se diagnostica tarde. Algunas formas pueden ser agudas, con síntomas de dolor muy intenso, cosa que constituye una urgencia oftalmológica. Es importante hacer revisiones periódicas oftalmológicas para el diagnóstico y tratamiento precoz. El tratamiento con medicamentos, en general colirios, y con determinadas operaciones en según qué tipos, es generalmente muy eficaz y detiene la perdida de visión.

Alteraciones de retina por otras enfermedades

Pueden producirse alteraciones de la retina por enfermedades generales, como la diabetes o la hipertensión. Estas enfermedades pueden dañar la retina sin síntomas de inicio, haciendo perder poco a poco la visión. Se considera que la retinopatía diabética es hoy día la principal causa de ceguera en adultos en los países desarrollados. Para que estas retinopatías no progresen hasta la ceguera es fundamental mantener el mejor control posible de la diabetes o la hipertensión. Es imprescindible que los hipertensos y los diabéticos revisen su vista en la consulta de su oftalmólogo periódicamente. Otras alteraciones pueden ser la embolia de la arteria central de la retina o la trombosis de venas retinianas; ambos problemas ocasionan serias perdidas de visión, que son irreversibles.

Alteraciones del gusto y el olfato

El sentido del gusto o sabor es en realidad una combinación de las sensaciones que recogen las papilas gustativas en la lengua y del sentido del olfato, ambos trabajando por reacción de las sustancias químicas sobre los receptores.

Normalmente se identifican los cuatro sabores básicos:
  • Dulce
  • Ácido
  • Amargo
  • Salado
Las combinaciones de estos sabores, unidas a la textura, la temperatura, el olor y las sensaciones del sistema sensorial general producen el sentido de los sabores. Estos es lo que permite conocer si se está comiendo avellanas o salmón. Muchos de los sabores son reconocidos principalmente por el olfato. Por ejemplo, para reconocer el chocolate o del café es más fácil si se percibe el olor cuando los están preparando.

Se admite que el sentido del olfato esta mas aguzado entre los 30 y los 60 años. Este sentido declina después de los 60 y en una proporción apreciable de adultos mayores se pierden la capacidad de oler y gustar. Esta pérdida afecta a la nutrición, pues se pierde el sabor de la comidas, lo que hace disminuir el apetito y en ocasiones la ingesta, con riesgo de desnutrición. Asimismo, con la reducción o pérdida del olfato se pierde un sentido de alerta vital ante situaciones de riesgo como escapes de gas, humo de incendios, comidas en mal estado, etc.

Las causas de estas alteraciones pueden ser:
  • Infecciones del tracto respiratorio superior.
  • Traumatismos craneales que pueden producir daños a nivel de estos sentidos.
  • Pólipos en la nariz o los senos paranasales.
  • Cambios o problemas hormonales que pueden llevar a daños en el gusto y el olfato.
  • Uso prolongado de varios medicamentos (por boca seca o alteración primaria de los receptores sensitivos); pueden ser antihipertensivos, hipoglicemiantes, antibióticos, antiinflamatorios, psicótropos, etc.
  • Tabaquismo, la exposición al humo del tabaco disminuye la habilidad de identificar olores y disminuye el sentido del gusto.
  • Radioterapia en los tumores de la cabeza y el cuello, así como algunas enfermedades neurológicas.

De interés

La solución de las alteraciones de gusto y olfato es básicamente el tratamiento de la causa si es que esta se identifica: control de las infecciones de vías altas, disminución de la inflamación de los pólipos o su exéresis, suspensión o cambio de los fármacos implicados, abandono del tabaquismo, etc. Además de estas medidas no existe tratamiento específico para la alteración de estos sentidos ni para recuperar la pérdida, por lo que es muy importante la identificación de las causas que sean reversibles para su control precoz.


viernes, 20 de noviembre de 2015

Controlar la hipertensión arterial podría retrasar el desarrollo de alzhéimer y demencia vascular

Las mejoras en las técnicas de imagen ha permitido constatar que la presión arterial elevada provoca lesiones isquémicas de muy pequeño calibre que penetran en el cerebro y que se acompañan de deterioro de las funciones cognitivas.

La Fundación Española del Corazón (FEC) quiere poner de relieve la necesidad de bajar las cifras de presión arterial de los pacientes con hipertensión arterial en las edades medias de la vida, pues  esto además podría retrasar el deterioro cognitivo, la demencia y la aparición de patologías como el alzhéimer en la edad adulta mayor. Y es que distintos estudios han demostrado que existe una relación directa entre la presión arterial elevada y el deterioro de la función cognitiva.

A través del análisis de los datos recopilados en distintos estudios no diseñados específicamente para establecer la relación entre la hipertensión y la esfera cognitiva, se ha observado a lo largo de los años que aquellos pacientes hipertensos que reciben tratamiento eficaz tienen menor incidencia de desarrollar demencia en comparación con los no tratados. Así, los especialistas creen en la hipótesis que defiende que bajar la presión arterial podría ser beneficioso para la prevención de la demencia.

Precisamente este fue uno de los temas tratados el pasado mes de octubre en el marco del Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2015. Y es que, “controlar la presión arterial en pacientes de mediana edad con medicamentos relativamente baratos y que este hecho pueda lograr evitar o retardar la demencia en la edad anciana supondría múltiples beneficios. Además, cabe destacar que el impacto que esto puede tener desde el punto de vista socio sanitario y económico es espectacular”, explica el Prof. Antonio Coca, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), director de la Unidad de Hipertensión y Riesgo Vascular del Hospital Clínic de Barcelona, y presidente del Council on Hypertension de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC).

Así, y durante los últimos cinco años, distintas investigaciones han intentado resolver cuál es la base anatomopatológica que permite explicar la relación entre la presión arterial y la esfera cognitiva. Gracias a la evolución en las técnicas de imagen, particularmente de la resonancia magnética cerebral, se ha observado que la hipertensión provoca lesiones isquémicas en las arteriolas de menor calibre que penetran en el interior del cerebro.

“Estas microlesiones cerebrales conocidas como ‘lesiones de la sustancia blanca’ y ‘microhemorragias’ no causan ningún tipo de síntoma y, por tanto, eran indetectables hace tan solo unos años, cuando la tecnología existente no permitía observarlas. Además, se ha observado que tienen una relación directa con los procesos cognitivos, entendiendo que cuantas más lesiones presenta el paciente peores resultados obtiene en las diferentes pruebas en torno al funcionamiento del cerebro (no solo la memoria, que es lo último que se pierde, sino también en la capacidad de atención, de razonamiento verbal, o de cálculo mental, por ejemplo)”, explica el Prof. Antonio Coca.

En este sentido, el estudio Ohasama ha mostrado que la presión sistólica y su variabilidad obtenida por automedida domiciliaria se asocia a un mayor riesgo de deterioro cognitivo.  Tras analizar más de 500 personas, la investigación concluía que la medición de la presión arterial en casa puede aportar información clínica de utilidad para la detección del deterioro cognitivo.

Otro trabajo, publicado en Circulation en 2014, analiza los efectos de la presencia prolongada de factores de riesgo cardiovascular a lo largo de 25 años en 3.381 adultos, determinó que la exposición continuada a niveles altos de presión arterial durante la edad adulta temprana está asociada a una peor función cognitiva durante la mediana edad.

El Prof. Antonio Coca manifiesta que, “se abre un campo de investigación realmente fascinante para varias especialidades médicas relacionadas con el riesgo cardiovascular, y no sólo para los neurólogos”, y añade que, “el problema de la demencia es que las neuronas destruidas son irremplazables, por eso no se puede curar. Así, en lo único que podemos avanzar es en evitar que las neuronas mueran o en hacer que se destruyan a una velocidad mucho más lenta. Esta última opción podría ser favorecida por el tratamiento de la hipertensión: logrando reducir la progresión de la enfermedad”.

Según el Prof. Coca, “el futuro en este campo consiste en evaluar si hay algún tipo de medicamento para la hipertensión o estrategias de combinación de fármacos que funcionen mejor que otras, es decir, que sean más efectivas para la prevención del daño cognitivo”.

La prevención, el mejor tratamiento para la hipertensión

La FEC recuerda que el mejor tratamiento para la hipertensión es la prevención, evitando así que aparezca la enfermedad. Para ello, es muy importante mantener unos hábitos de vida cardiosaludables.

No fumar, moderar el consumo de alcohol, controlar el peso, realizar ejercicio físico de manera regular y mantener una dieta cardiosaludable, especialmente controlando el consumo de sal, son las claves para evitar el aumento de los niveles de presión arterial.

Además, en el caso de los pacientes hipertensos que requieren tratamiento farmacológico, es muy importante cumplir estrictamente con el mismo ya que los resultados no siempre reflejan una reducción inmediata de la presión arterial.

Fuente: INFOMED

jueves, 19 de noviembre de 2015

Siete beneficios del Mango

Cuando llega el verano, siempre oímos que es bueno aumentar el consumo de frutos rojos y vegetales como tomates y zanahorias. Pero a frutas como el mango, igualmente beneficiosas para el organismo, no les sacamos todo el provecho. 

1. El mango, fruta medicinal.- Según la medicina tradicional hindú (Ayurbeda) el mango ayuda a tonificar nuestro corazón, eliminar toxinas, fortalecer nuestro tejido y prevenir el envejecimiento prematuro. Además, combate el estreñimiento gracias a su alto contenido en fibra, mejora la digestión y es bueno para nuestro hígado.   

2. El mango, para combatir el calor.- Los mangos verdes se usan en la India para fabricar el Aam Ka Panna, una bebida que ayuda a combatir el calor, calma la sed y restituye la cantidad de electrolitos, además de ayudar a luchar contra la anemia, gracias a su gran aporte de hierro y vitaminas.  

3. El mango, el mejor amigo de los dientes.- Para que niños y mayores presuman de dientes sanos y fuertes, es necesario darles su dosis diaria de calcio y vitamina C. El mango posee el mismo contenido de vitamina C que una naranja, así que con uno al día tenemos ya la cantidad diaria recomendada. 

4. El mango y la zanahoria.- Los aliados de nuestra vista. En verano, para evitar que los ojos se nos sequen, podemos tomarnos batidos de mango. Son buenos para la sequedad y ardor de ojos y ayudan a evitar la ceguera nocturna y la del embarazo, debido a su contenido en Vitamina A, tan beneficiosa para nuestro cabello, piel y huesos.  

5. El adalid contra los catarros.- Debido a su composición, podemos hacer jarabes naturales con mango, ya que es un excelente antitusivo, expectorante y ayuda a combatir la tos seca.  

6. Tras la playa, mango para recuperarnos.- Gracias a su alto aporte de potasio, el mango es el mejor aliado para recuperarnos tras una jornada de playa o ejercicio. Nos ayudará a reponer los fluidos y sales minerales perdidos tras el ejercicio y las altas temperaturas de la jornada. 

7. El mango, rey del beta-caroteno.- Posee hasta un 20 por ciento más que los melones, por lo que nos ayudarán a combatir el asma, prevenir el cáncer y las enfermedades del corazón y luchar contra enfermedades con el Parkinson, el Alzhéimer o la artritis, que tanto afectan a nuestros mayores. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

Dolor crónico en Adultos Mayores

El dolor crónico es un problema universal que tiene especial importancia y prevalencia en el adulto mayor ya que se asocia a enfermedades crónicas que aumentan con la edad (artrosis, neuropatías, enfermedades vasculares, etc.). Entre un 50 y un 80% de la población mayor de 65 años presenta dolor.

El dolor de larga duración se asocia con trastornos del sueño, disminución y/o pérdida de las funciones físicas y sociales e incremento de la utilización de las residencias de adultos mayores o geriátricos. El dolor crónico es una experiencia agotadora, tanto para el paciente como para sus cuidadores, unida a un sufrimiento psicológico con síntomas de ansiedad y depresión que condicionan y aumentan la percepción dolorosa.

A pesar de ello un gran número de pacientes adultos mayores no recibe el tratamiento adecuado. Las causas las podemos encontrar en 3 factores:

  • Dificultad en la valoración del dolor (problemas auditivos y de visión, deterioro cognitivo).
  • Miedo a los efectos secundarios de las medicaciones (los antiinflamatorios, tratamiento habitual, presentan un alto índice de efectos secundarios a nivel gastrointestinal y renal fundamentalmente).
  • Prejuicios de la población sanitaria y de la sociedad en general contra los opioides y tratamientos alternativos: apoyo psicológico, programas de ejercicio, acupuntura, etc.

Los cambios fisiológicos que se dan en las personas mayores influyen en el tipo de dolor debido al envejecimiento de los tejidos (por ejemplo dolor articular por desgaste, endurecimiento de los ligamentos, etc.) Se producen alteraciones a nivel cardiovascular, musculoesquelético, urológico, metabólico, gastrointestinal, hepático, endocrino y del sistema nervioso central.

Asimismo, existen cambios y variaciones en el metabolismo de los fármacos analgésicos y coadyuvantes del dolor, de forma que los efectos suelen ser más intensos y a menor dosis y con mayor número de efectos secundarios e interacciones; esto es muy importante dada la polifarmacia presente en las personas mayores.

El dolor crónico en los adultos mayores presenta características propias que vienen determinadas por la disminución o pérdida de sus funciones vitales (deterioro mental, disminución de la capacidad visual, sordera, dificultad de expresión, etc.), sociales y familiares que en muchas ocasiones dificultan el diagnóstico y tratamiento del dolor. Por eso es necesario prestar atención a los signos indirectos del dolor como cambios en la expresión facial, gemidos, posturas antiálgicas y agitación que ayuden a diagnosticar el dolor y establecer su origen. Los factores psicológicos se asocian al dolor del adulto mayor. Frecuentemente el adulto mayor refiere como dolor lo que en realidad corresponde a un cuadro de ansiedad o depresión motivado por alguna alteración en su vida familiar o social. Conviene no olvidar que también pueden ejercer un cierto “chantaje” hacia las personas que les cuidan con el fin de obtener una mayor atención. Los adultos mayores con estabilidad personal y familiar tienen significativamente menos dolor y alteraciones psicológicas.

Las consecuencias del dolor crónico en el adulto mayor son numerosas. Depresión, dificultades en la relación afectiva, alteración del sueño, incapacidad funcional y aumento de los gastos derivados de la utilización de los servicios de salud, se asocian con la presencia de dolor en los adultos mayores.
Otros aspectos pueden darse por la presencia de dolor son la alteración de la marcha, una recuperación lenta y los efectos secundarios de los múltiples medicamentos prescritos. A la hora de pautar un tratamiento analgésico se debe ser cauto, empezando con las dosis mínimas e incrementándolas lentamente.

El tratamiento del dolor crónico en el adulto mayor se basa en la escalera analgésica promovida por la Organización Mundial de la Salud: antiinflamatorios, opiáceos, medicación coadyuvante (antidepresivos, anticonvulsivantes, etc.) y apoyo psicológico, punto éste muy importante puesto que dolor y depresión son síntomas que se asocian y se solapan con gran frecuencia, siendo muy difícil diferenciar un síntoma de otro, hecho que condiciona no sólo el tipo de tratamiento sino también sus resultados.

Como la resolución completa del dolor es improbable, es importante alcanzar un nivel aceptable de analgesia que tolere el paciente e incremente su calidad de vida. La meta del tratamiento será pues controlar el dolor con los mínimos riesgos, incrementando a su vez la capacidad funcional.

Valoración y tipos de dolor

Al ser el dolor un síntoma subjetivo, altamente variable tanto entre las diferentes personas como también en un mismo paciente según las circunstancias que lo acompañan (ansiedad, depresión, aburrimiento, etc.), la correcta valoración del dolor es de una alta dificultad. Del mismo modo, en los casos en que haya dificultades de comunicación con el paciente (demencia, afasia, alteraciones de la consciencia, etc.), la valoración del dolor será aún más difícil, aunque su tratamiento seguirá teniendo la misma importancia en un intento de mejorar la calidad de vida del enfermo.

Al igual que sucede en multitud de otras patologías, la presentación del dolor en el adulto mayor no se evidencia del mismo modo que en el adulto joven; en los pacientes de edad avanzada, el dolor puede tener una primera manifestación como confusión, agresividad, fatiga, anorexia u otras formas, sin llegar a manifestar la existencia explícita de dolor. Además hemos de tener en cuenta factores culturales como “aguantar el dolor es de personas fuertes” o “hemos venido a este mundo a sufrir”, muy arraigadas en la mente de muchos adultos mayores.

En la primera visita es necesaria una historia clínica encaminada a determinar el tipo de dolor, especificando desde cuando se tiene, ritmo de aparición, distribución corporal, factores que lo empeoran o lo mejoran, síntomas acompañantes (mareos, sudoración, diarreas, alteraciones de la visión, etc.), características del dolor (quemazón, como una corriente, como un peso, hormigueo, pinchazos, martillazos, etc.), así como tratamientos previos que se hayan podido realizar.

También son importantes las patologías acompañantes que frecuentemente presentan, junto con las medicaciones concomitantes (necesarias o no) que el paciente toma, muchas veces sin control médico o autoprescritas, para evitar interacciones y efectos secundarios indeseados. Asimismo, es necesaria una exploración física y controles analíticos basales y a lo largo del tratamiento para controlar las posibles repercusiones en el ámbito hepático y renal principalmente. Las revisiones deben ser periódicas para evaluar el tratamiento y la aparición de efectos secundarios.

Cuando el origen del dolor está identificado y es susceptible de ser tratado, los resultados del mismo mejoran notablemente. Junto con la valoración del dolor crónico es necesario estar atento a los incrementos de dolor o cambios en las características o localización del mismo que puedan indicar una patología concurrente y no una exacerbación del dolor crónico.

Para medir el dolor son válidas las escalas conocidas como la Escala Visual Analógica (EVA, que funciona como una regla 0 es no dolor, 10 es el dolor más insoportable vivido) y la escala facial (caras esquemáticas con diferentes expresiones), aunque al medir sólo la intensidad el dolor no contempla los otros componentes (angustia, depresión, etc.) por lo que es necesario un mínimo interrogatorio en ese sentido, al paciente y a sus familiares/cuidadores.

Estas escalas tienen validez únicamente en el paciente con la capacidad mental conservada; si no fuera así, hay que valorar otros parámetros como gestos, posturas, etc. En las reagudizaciones del dolor o ante la aparición de un dolor nuevo o de distinta localización, hay que valorar la aparición de una enfermedad intercurrente.

Respecto los tipos de dolor se destacan los siguientes:

  • Dolor nociceptivo:
    • Somático: Cuando la sensación dolorosa se produce a nivel de la piel, del aparato locomotor o del tejido conectivo, se habla de dolor somático. Puede adoptar 2 formas: cuando el estímulo se localiza a nivel de la piel, entonces se habla de dolor superficial, mientras que el dolor que se produce a nivel muscular, óseo o del tejido conjuntivo es considerado como dolor profundo. Ejemplos pueden ser:
      • Origen musculoesquelético: artropatías (artritis reumatoide, osteoartritis, artropatía postraumática, alteraciones mecánicas de columna cervical y lumbar).
      • Síndrome miofascial.
      • Úlceras cutáneas y de mucosas.
      • Alteraciones inflamatorias no articulares (polimialgia reumática).
      • Dolor isquémico (arteriopatía distal, arteriosclerosis, etc.).
    • Dolor visceral: El contrapuesto al dolor somático es el dolor visceral. Es semejante a un dolor de carácter sordo y, junto con las reacciones de tipo vegetativo, al dolor profundo. Aparece con la dilatación o los espasmos (en el cólico nefrítico) de la musculatura lisa, en las hemorragias y en los procesos inflamatorios (pancreatitis). Se puede presentar como dolor duradero, como en los dolores estomacales, o de tipo periódico, como en los cólicos.
  • Dolor neuropático: Se origina por el estímulo de fibras nerviosas, cuando las mismas son dañadas o interrumpidas, presentando un carácter agudo, como una corriente eléctrica. Nos lo encontramos en patologías como:
    • Neuralgia posherpética y del trigémino.
    • Neuropatía diabética dolorosa.
    • Dolor central (accidente vasculo cerebral, etc.)
    • Dolor postamputación (miembro fantasma).
    • Dolor mielopático o radicular (estenosis espinal, aracnoiditis, fibrosis periradicular, etc.).
    • Síndromes mantenidos por el simpático (dolor regional complejo, causalgia, distrofia simpaticorrefleja, etc.).
  • Dolor mixto o patología indeterminada: En los que se mezclan características neuropáticas y viscerales.
    • Cefalea crónica (cefalea tensional, migraña, cefaleas mixtas).
    • Vasculopatías dolorosas. 
  • Dolor psicológico: No todos los dolores tienen su origen en los receptores dolorosos. A veces puede prevalecer una afección psicológica en la cual el paciente no puede manifestar sus conflictos de otra manera que refiriendo dolores. La afección psicológica puede presentarse bajo una forma somática, como un dolor.


Tratamiento

El tratamiento del dolor crónico, por sus importantes repercusiones funcionales, psicológicas y en la calidad de vida de los pacientes, debe ser una prioridad para el equipo de atención al paciente geriátrico. Así, será prioritario aplicar todas las medidas posibles de control y paliación del dolor crónico a través de los recursos existentes.

Para obtener buenos resultados (máximo beneficio /mínimo riesgo) es necesaria una sistemática de trabajo en cuanto a valoración del dolor en el adulto mayor y su tratamiento posterior, que permita diseñar un tratamiento a la medida de cada paciente.

En el paciente adulto mayor, debido a sus características especiales (cambios debidos al envejecimiento, pluripatología, polimedicación, alteraciones psicológicas, etc.), el control y manejo del dolor crónico es un tema complejo.

La base del tratamiento farmacológico es la vía oral preferentemente, siguiendo la escalera analgésica. Aunque los pacientes adultos mayores están más predispuestos a los efectos secundarios de los analgésicos, la experiencia dice que éstos son seguros y eficaces en esta etapa de la vida.

Para determinados analgésicos, sobre todo opiáceos, los adultos mayores presentan un incremento en los efectos analgésicos. Debido a la variabilidad que presenta este grupo de pacientes resulta difícil establecer unos protocolos en cuanto a dosis y efectos secundarios, por lo que es fundamental establecer un tratamiento individualizado, con lógica y sentido común, siguiendo el consejo de la sociedad americana de geriatría de “empezar lento y continuar despacio” para valorar los resultados, tanto los efectos analgésicos como los secundarios.

La potencia de los analgésicos vendrá determinada por la intensidad del dolor y nunca por la supervivencia estimada del paciente.

La combinación de diferentes fármacos con propiedades analgésicas a pequeñas dosis puede ser necesaria para incrementar el efecto analgésico y disminuir los efectos secundarios.

En el dolor agudo de corta evolución se suelen utilizar los analgésicos menores (paracetamol o antiinflamatorios como el ibuprofeno, metamizol, etc), siempre y cuando la intensidad lo permita. Ante dolores crónicos de alta intensidad no se debe dudar en usar fármacos opiodes (menores como la codeína y el tramadol, o mayores como la morfina o el fentanilo), ya que son seguros cuando se prescriben de forma controlada y conociendo los efectos secundarios que presentan (estreñimiento, boca seca, somnolencia, etc.). Todo esto es la base de la llamada escalera analgésica. 

La escalera analgésica, promovida por la OMS, es una pauta de aumento de la potencia de los analgésicos a usar a medida que aumenta la intensidad del dolor y que se puede resumir en lo siguiente:

  • Ante dolor moderado o en un primer momento se recomiendan analgésicos no opioides, como paracetamol, antiinflamatorios, metamizol, etc., asociados o no con los llamados coadyuvantes, que son fármacos que modifican la respuesta al dolor, que son muy útiles en el caso de dolor neuropático (antiepilépticos, antidepresivos).
  • En caso de no control o dolor de moderado a fuerte, se pueden usar analgésicos opioides menores, como la codeína o el tramadol. Se usan solos o en combinación con antiinflamatorios o coadyuvantes, lo que permite usar dosis menores de los fármacos (pero con mayor riesgo de interacciones).
  • El siguiente paso, en caso de no control o de una intensidad ya inicial importante, se deben usar opiáceos mayores (morfina, fentanilo, buprenorfina, oxicodona, metadona); estos también pueden asociarse con otros fármacos analgésicos. Estos fármacos pueden usarse por vía oral, subcutánea, transdérmica (parches) e incluso por infiltración en las raíces nerviosas, solos o en asociación con anestésicos locales.

Importante

Existen terapias no farmacológicas físicas, como la estimulación nerviosa transcutánea, en la que el aumento de flujo sensitivo aferente en ciertas circunstancias es capaz de reducir el dolor. Se efectúa una estimulación mediante electrodos en la zona dolorosa, durante unos diez minutos. Si es efectivo, el dolor es sustituido por el calor o por la sensación de hormigueo. La duración del alivio es variable.
En casos más rebeldes puede ser necesario el bloqueo quirúrgico de las raíces nerviosas que transmiten el impulso doloroso.

El tratamiento farmacológico es más eficaz cuando se combina con estrategias no farmacológicas tales como programas de ejercicio y rehabilitación (muy útiles en los dolores crónicos por alteración articular) o técnicas de relajación y de modificación de conducta. La psicoterapia, el tratamiento de la ansiedad y la depresión, y la distracción con actividades que desvíen la atención del paciente del hecho del dolor, se han demostrado como tremendamente útiles en el control de dolor crónico.

Fuente: MAPFRE


viernes, 13 de noviembre de 2015

Cambios en el aparato cardiovascular


En las personas mayores hay cambios en el corazón y los vasos sanguíneos secundarios al envejecimiento y a las adaptaciones a éste.

El aparato cardiovascular lo componen el corazón y los vasos sanguíneos, arterias y venas. La función del corazón, como ya es sabido, consiste en el bombeo de la sangre para que ésta circule a través de las arterias para llevar al organismo oxígeno y otros nutrientes y recoger por las venas los productos de desecho.

El corazón consta básicamente de cuatro cavidades, dos aurículas y dos ventrículos. Las aurículas funcionan como cámaras de entrada de la sangre desde las venas, mientras que los ventrículos impulsan la sangre hacia las arterias. El control del paso de unas a otros se realiza por las válvulas; de esta manera el corazón funciona como una bomba hidráulica.  

Tanto el corazón como los vasos sanguíneos presentan una estructura similar: una capa interna o íntima (endocardio en el corazón), una capa muscular, especialmente importante en los ventrículos y casi inexistente en las venas, y una capa externa (adventicia) de material fibroso que protege el conjunto.

Con el paso del tiempo las arterias pierden elasticidad a causa del aumento del grosor de la pared media muscular, lo que dificulta el paso de la sangre por el estrechamiento del calibre del vaso y facilita el desarrollo de hipertensión arterial. También se produce un depósito de grasas (colesterol) en la íntima, que se calcifican formando placas, lo que aumenta el tamaño de la pared arterial y empeora la rigidez.

En las venas lo cambios son escasos y tienen lugar básicamente en las extremidades inferiores. Debido a la delgadez de la capa media muscular las venas sufren de manera importante el efecto del peso de la columna de sangre y si no puede compensarse (con el movimiento de las piernas, por ejemplo) aparecen las varices.

Cambios múltiples en el corazón

  • Aumento del grosor de la pared del ventrículo izquierdo por aumento del colágeno  y la grasa entre las células musculares, que disminuyen en número.
  • Aumento del grosor de la capa interna de todas las cavidades cardíacas.
  • Aumento del grosor de las válvulas cardíacas, que además se calcifican.
  • Disminución de las células “marcapasos” (las células cardíacas encargadas de crear la electricidad que genera el latido del corazón), con fibrosis del tejido de conducción del impulso eléctrico.

Las consecuencias de estas modificaciones son muy importantes:

  • Menor capacidad de tolerancia al ejercicio,  con mayor dificultad para recuperarse de él.
  • Mayor dificultad tanto para llenar las cavidades cardíacas (diástole) como para vaciarlas (sístole), pudiéndose llegar a la insuficiencia cardíaca.
  • Mayor dificultad para  el correcto movimiento de apertura y cierre de las válvulas cardíacas, lo que a la larga influye en la función general de bomba del corazón.
  • Aumento de los períodos en que se pierde el ritmo regular del corazón (arritmias), de forma que la regularidad de llenado y vaciado de las cámaras cardíacas se ve afectada. En ocasiones se pueden crear remolinos en el flujo de la sangre que pueden  facilitar la aparición de coágulos que posteriormente pueden viajar por las arterias y bloquear la circulación de la sangre (trombosis y embolias)

En conclusión:

Todos estos cambios producen una disminución de la capacidad de reserva funcional cardiovascular y son independientes de los efectos del tabaquismo, la arterioesclerosis u otras enfermedades. Esta disminución de la reserva quiere decir que, aún en situaciones de aparente normalidad, es muy fácil que se pueda producir una insuficiencia cardiovascular y que el restablecer la normalidad sea más complicado que en personas de menor edad y requiera periodos de convalecencia más largos.

Fuente: MAPFRE

jueves, 12 de noviembre de 2015

Cuanto más en forma están las piernas, mejor envejece el cerebro

¿Qué tienen en común unas piernas firmes, la vejez y el cerebro?

Mientras más fuertes estén las piernas mejor envejecerá el cerebro. Así lo indica un estudio de diez años del King's College de Londres en 300 gemelos.

Según el equipo de investigadores, la fuerza de las piernas es un indicador útil de la cantidad de ejercicio que hace la persona para mantener la mente en buena forma.

Esto se debe a que -según el artículo publicado en la revista Gerontology- el ejercicio libera en el cuerpo sustancias químicas que ayudan a estimular el cerebro de las personas de tercera edad.
Para ello, se hizo un seguimiento a 150 pares de hermanas gemelas de edades comprendidas al inicio del estudio entre los 43 y 73 años.

La fuerza de las piernas se midió utilizando una máquina modificada de gimnasio, que llevó un registro tanto de la velocidad como del poder de extensión de la extremidad.

Al mismo tiempo se midió la capacidad del cerebro -tanto al inicio como al final del estudio- a partir de tareas computarizadas que pusieron a prueba la memoria y la habilidad mental para procesar.

De abajo a arriba

En general, las gemelas que tenían más fuerza en las piernas al inicio del estudio, una década más tarde mantuvieron mejor su capacidad cognitiva y registraron menos cambios en el cerebro asociados con la edad.

"Cuando se trata de envejecimiento cognitivo, la fuerza de las piernas fue el factor que tuvo un mayor impacto en nuestro estudio", señaló la doctora Claire Steves, jefa de la investigación.

"Otros factores como la salud del corazón también fueron importantes, pero el vínculo con la fuerza de las piernas permaneció incluso después de que tomamos en cuenta estos factores".

La doctora Steves considera que la fuerza de las piernas "es un indicativo del tipo de actividad física que es bueno para el cerebro".

Los expertos consideran que ahora es necesario realizar más estudios para determinar con exactitud hasta qué punto la forma física de las piernas es un factor determinante en la salud del cerebro, independientemente del estilo de vida del individuo.

El director de la sociedad de Alzheimer en el Reino Unido, el doctor Doug Brown, declaró que esta investigación se suma a la creciente evidencia de que la actividad física podría ayudar a cuidar tanto el cuerpo como el cerebro.

"Sin embargo, todavía no entendemos completamente cómo funciona esta relación y cómo podemos maximizar su beneficio", agregó.

"Y todavía tenemos que ver si las mejoras en las pruebas de memoria se traducen en una disminución de riesgo de demencia".

Por su parte, el director de investigación de Alzheimer Research UK, Simon Ridley, dijo que por lo general el mantenerse activo ayuda a reducir el riesgo de demencia, y ahora "es importante tomar en cuenta tanto el entrenamiento de fuerza como el ejercicio aeróbico".

Fuentes: BBC

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Conociendo el Cáncer de Próstata

El cáncer de próstata es el tumor maligno más frecuente en varones adultos mayores. La mayoría de los casos (70%) se presentan en mayores de 65 años y la edad media en el momento del diagnóstico es avanzada. Su incidencia aumenta de forma proporcional a la edad.

Los pacientes adultos mayores tienen mayor fragilidad biológica y una mayor incidencia de enfermedades concomitantes (cardiovasculares, neurológicas, renales, hepáticas). La edad avanzada y las patologías asociadas pueden contraindicar la cirugía o aumentar su morbilidad e incrementar también la toxicidad de los diferentes tratamientos oncológicos empleados (radioterapia, hormonoterapia, quimioterapia). Por ello resulta difícil realizar un abordaje terapéutico óptimo en la población anciana. La elección del tratamiento va a depender más de las enfermedades concomitantes que de la propia edad del paciente. Así, los enfermos de edad avanzada con buen estado funcional y sin patologías asociadas reciben un tratamiento similar al de los pacientes más jóvenes.

Las manifestaciones del cáncer de próstata son más evidentes a medida que el cáncer avanza y en sus etapas iniciales es totalmente asintomático, por lo cual es prudente su detección temprana. Habitualmente, cuanto más avanzado está el cáncer, mayor número de síntomas produce y mayor es la intensidad de los mismos. Los síntomas más frecuentes son los derivados del aumento de tamaño de la próstata, con obstrucción del flujo de la orina, o los causados por la extensión de la enfermedad a otros órganos.

En la actualidad se recomienda una evaluación urológica anual rutinaria para todos los pacientes mayores de 45 años, que incluya tacto rectal y la determinación del antígeno prostático específico (PSA), aumentando esta frecuencia a una visita semestral para aquellos que poseen antecedentes familiares de cáncer prostático aun cuando éstos aparezcan en la rama materna. Esta metodología permite diagnosticar una gran proporción de los cánceres prostáticos incipientes confinados a la glándula.

Existe una importante controversia con respecto a la realización de exámenes prostáticos rutinarios en pacientes mayores de 70 años, ya que se supone que en este grupo de pacientes existe una alta frecuencia de cáncer prostático cuyo curso podría ser no relevante para la vida de los mismos. La prolongación de la vida y la mejoría de la calidad de la misma en este grupo etario, ha llevado, sin embargo, a un constante aumento de la edad hasta la cual se sugiere realizar la exploración mencionada y es posible que esta práctica continúe en el futuro si se considera que en la actualidad es muy probable que un hombre de 70 años posea una expectativa de vida cercana a los 85 años.

El diagnostico del cáncer de próstata, ante su sospecha, se realiza a través de las siguientes acciones:
  • Tacto rectal: permite sospechar cáncer de próstata cuando éste ha crecido lo suficiente para deformar la próstata, o cuando se localiza cerca al recto. Como el tacto rectal no permite evaluar la parte anterior de la próstata se requieren otros medios diagnósticos más fiables.
  • PSA (antígeno prostático específico): sirve para valorar la respuesta al tratamiento pero no para diagnosticar cáncer de próstata, pues el PSA también aumenta por muchas enfermedades como la hipertrofia prostática benigna, la prostatitis, cistitis, vesiculitis seminal, tacto rectal, cáncer mamario, actividad sexual, estrés, etc. Sin embargo, sí ayuda a valorar la necesidad de realizar más pruebas si se halla elevado.
  • Ecografía protática convencional: Permite tener una idea aproximada del tamaño y textura interna de la próstata; ayuda a guiar la biopsia de próstata hacia zonas sospechosas.
  • Biopsia prostática: Puede determinar con mucha certeza la presencia de cáncer cuando por ecografía se identifican áreas sospechosas; en cambio su eficacia disminuye cuando éstas no aparecen y se realiza por muestreo en las diferentes áreas de la próstata (cuando se busca la enfermedad ante un valor de PSA repetidamente elevado).

En términos generales, se considera que el tratamiento de elección para los cánceres prostáticos confinados a la glándula en pacientes menores de 70 años es la prostatectomía radical por vía suprapúbica o laparoscópica. Esta cirugía consiste en la extirpación completa de la glándula junto con los ganglios linfáticos de drenaje primario. Esta operación, que se realiza en la actualidad en forma rutinaria y con baja morbilidad y mortalidad, presenta una posibilidad muy elevada de curación dependiendo del estado clínico y del tipo histológico del tumor, pero que se estima superior al 90% en los casos confinados a la próstata.

Las principales complicaciones de la cirugía radical prostática incluyen la impotencia eréctil, que se presenta en aproximadamente un 50% de los casos dependiendo de la edad del paciente, del estado de potencia previo y de la extensión del tumor resecado. También debe considerarse la incontinencia urinaria, que ocurre en aproximadamente un 5% de los pacientes.

Aparte de la cirugía, el tratamiento se complementa con hormonoterapia y en ocasiones radioterapia. En la mayoría de los centros, se prefiere utilizar la radioterapia como tratamiento primario para aquellos pacientes que presentan patología médica que haga impracticable una cirugía mayor. En los pacientes con patología más avanzada se dispone del tratamiento hormonal. Este tratamiento es extraordinariamente efectivo para disminuir el tamaño de la glándula y las molestias secundarias a las extensiones metastásicas pero en general es incapaz de lograr curaciones completas. A pesar de ello, las remisiones muy significativas son la regla más que la excepción.

El tratamiento hormonal en la actualidad se realiza por medio de deprivación androgénica, lo que puede lograrse a través de una castración quirúrgica (orquiectomía), en desuso, o mediante medicamentos. La orquiectomía es igualmente efectiva y puede ser de menor costo que el manejo medicamentoso, sin embargo presenta un impacto psicológico mayor, por lo que apenas se realiza.
Tal y como ocurre con otros tumores malignos, el pronóstico dependerá del grado de avance de la enfermedad, siendo en cualquier caso excelente si el diagnóstico se realiza cuando dicho tumor se encuentra circunscrito a la próstata. En el caso de los pacientes mayores de 75 años, aún con canceres más avanzados, la expectativa de vida es cercana a 10 años, una expectativa de vida, cabe decir, similar a la que se tendría en ausencia de enfermedad.    

martes, 10 de noviembre de 2015

El 75 por ciento de nuestra salud neuronal depende del ambiente y el estilo de vida

La psicóloga María José Lluy presentó un programa creado en Mallorca (España) para contrarrestar el envejecimiento cerebral que se da con la edad

La psicóloga María José Lluy destacó una serie de situaciones que "pueden llevar a pensar que la persona está comenzando a tener Alzheimer" y que pueden ser motivo de alarma suficiente para contactar con un especialista. Entre ellos se encuentran cambios de memoria que afectan a la vida diaria, como el "olvido del nombre de un familiar", no recordar "una receta sencilla", no saber hacer "tareas simples como lavar los platos", olvidarse de cosas como que "el paraguas va en el paragüero" o colocar las cosas en lugares equivocados. De la misma forma, no recordar palabras cotidianas como "hijo" o "casa", la aparición de cambios bruscos de personalidad o humor y la pérdida o disminución del juicio pueden ser otros síntomas reveladores de que la persona está empezando a sufrir la enfermedad.

Ramón oliver palma

El cerebro "tiene la forma de una nuez gigantesca", pero es el órgano "en el que reside todo". Es "la herramienta más potente de la que disponen las personas, tiene capacidad para 20 millones de libros y debe cuidarse en todas las edades". Así abría su presentación la psicóloga María José Lluy, subdirectora y cofundadora del programa Brainfactory + 50, destinado a luchar contra el desgaste cerebral al que se ven sometidas las personas mayores con el envejecimiento. 

Dolencias como el Alzheimer o ciertos tipos de demencias que se producen con la edad "preocupan a todo el mundo porque son enfermedades cuyo origen se desconoce y para las que no existe cura".

Sin embargo, como explicó Lluy para presentar el programa, se puede luchar contra el envejecimiento neuronal: "Nuestro cerebro es como un músculo que puede ejercitarse durante toda la vida para mantenerse en forma". Creado en Mallorca, el programa Brainfactory +50 es un sistema de entrenamiento cerebral diseñado para contrarrestar las enfermedades degenerativas. Según Lluy, la importancia y validez del programa radica en que "es personalizado, adaptado a las necesidades de cada cerebro" y que, a partir de dos pruebas test, permite saber a los profesionales si la reserva cognitiva del paciente ya se está deteriorando.

Entrenamiento cerebral

Lluy insistió en la necesidad de seguir una serie de hábitos saludables para retrasar la aparición de estas enfermedades: "El 25 por ciento de nuestro estado de salud neuronal está relacionado con la genética, mientras que el 75 por ciento restante depende del ambiente, los hábitos y el estilo de vida". Para la psicóloga, "esa cifra es muy alta y es ahí donde tenemos que hacer algo". 

Las personas mayores de 50 años son las que se encuentran en la franja de riesgo, por lo que el programa se enfoca a ellas. Por esa razón, durante la charla se dieron una serie de pautas y consejos para luchar contra enfermedades como el Alzheimer mucho antes de que se manifiesten. "Es importante mantener la mente joven y activa, seguir aprendiendo cosas y no hacer caso de los prejuicios sociales que hay acerca de la gente mayor".

Entre los consejos más relevantes, principalmente, Lluy explicó que es importante "dormir bien, ya que el cerebro organiza la información que hemos recibido durante el día" y tener una buena alimentación, ya que "aunque lo hayamos oído muchas veces, somos lo que comemos".

Sin embargo, explicó que también es bueno realizar diariamente actividades sencillas como cantar, nadar, escribir, leer, bailar o simplemente relajarse. Incluso cosas como hacer la compra, escuchar música, caminar, reír o subir y bajar escaleras tienen una serie de efectos beneficiosos para el cerebro. Según Lluy, acciones como bailar "nos ayudan a trabajar el equilibrio", y actividades como dejar la mente en blanco un minuto al día ya "se notan desde el punto de vista cerebral".

De la misma forma, leer "es una de las mejores herramientas contra el desgaste neuronal" y destacó los efectos positivos de la música clásica en el cerebro. El programa fue comparado por Lluy con el gimnasio a la hora de hacer ejercicio: "Si no hay suficiente con la actividad diaria, puede ser necesario".

lunes, 9 de noviembre de 2015

Conociendo la enfermedad de Parkinson

La enfermedad de Parkinson es un trastorno crónico y progresivo, de evolución muy variable y difícilmente predecible, con una esperanza de vida de 10-15 años desde el comienzo de los síntomas. En la mayoría de los casos el comienzo es lento y el curso progresivo. Los factores de riesgo para una rápida progresión de la enfermedad son el comienzo tardío, la presencia de depresión mayor o demencia y el predominio de la rigidez y de la dificultad de movimientos. La mortalidad es entre 2 y 5 veces mayor que en las personas sanas de la misma edad, y el fallecimiento suele ser debido a otras causas, fundamentalmente por complicaciones como neumonía por aspiración, ulceras por presión, caída, etc.

Su etiología es desconocida y probablemente multifactorial. Pueden estar implicados factores genéticos, ambientales, daño oxidativo y envejecimiento acelerado cerebral. Tiene la misma distribución de raza y sexo. La edad media de comienzo está en torno a los 55 años aunque existen formas tempranas de la enfermedad (un 5-10% de los pacientes tienen menos de 40 años).

En ocasiones, su diagnóstico es difícil, debido a su curso. Su inicio suele ser unilateral aunque posteriormente se hace bilateral. Los síntomas guía son:

  • Temblor. Es el primer síntoma en el 75% de los casos. Se caracteriza por ser de reposo, aunque a veces se presenta al mantener una postura, es amplio, desaparece con el sueño y empeora en situaciones de estrés. Afecta a las manos (cuenta de moneda) pies, cara (mueca de conejo), mandíbula y músculos de la lengua.
  • Bradicinesia (enlentecimiento de los movimientos) acinesia (dificultad para el movimiento) e hipocinesia (reducción de la amplitud de los movimientos). Afecta principalmente a la cara y músculos de las extremidades, por lo que se convierte en uno de los síntomas más incapacitantes. Es responsable de la dificultad o bloqueo para comenzar algunos movimientos como pasear o girarse en cama, así como de la micrografía, dificultad para abrocharse los botones, tono de voz monótono, etc.
  • Rigidez. Provocada por el aumento del tono, conlleva una mayor resistencia para la realización del movimiento pasivo de la extremidad afecta (“rigidez en rueda dentada”).
  • Asimismo, pueden objetivarse:
    • Alteración de los reflejos posturales.
    • Afectación de la estabilidad y el equilibrio, caminar inclinado hacia delante de hombros y cabeza, que provoca caídas frecuentes
    • Trastornos cognitivos y neuropsiquiátricos: deterioro cognitivo y demencia, depresión, ansiedad y ataques de pánico, alucinaciones y psicosis.
    • Trastornos del sueño.
    • Trastornos del habla y de la deglución.
    • Trastornos sensoriales: síndrome de las piernas inquietas, neuropatía periférica.
    • Alteraciones autonómicas: estreñimiento, trastornos genitourinarios, hipotensión ortostática, alteraciones de la termorregulación, olfato y sudor, dolor, seborrea y blefaritis. 

Su diagnóstico es exclusivamente clínico. No existe ningún marcador bioquímico que oriente al diagnóstico. La determinación de test genéticos estaría indicada solo en las formas familiares de la enfermedad de Parkinson.

Pueden utilizarse técnicas de neuroimagen, como la tomografía axial computadorizada (TAC), la resonancia nuclear magnética (RNM), y otras técnicas para el diagnóstico diferencial de la enfermedad de Parkinson idiopática de la secundaria, lo que también puede realizarse con una correcta evaluación clínica.

El diagnóstico diferencial se debe hacer con las siguientes patologías:
  • Parkinsonismos atípicos, principalmente en estadios iniciales de la enfermedad: enfermedades degenerativas como demencia tipo Alzheimer o enfermedad de cuerpos de Lewy.
  • Parkinsonismos secundarios:
    • Fármacos: antipsicóticos, metoclorpamida, cinaricina, amiodarona, litio, alfametildopa, inhibidores de la recaptación de serotonina, inhibidores de la acetilcolinesterasa, etc. Suele ser transitorio.
    • Enfermedad cerebrovascular.
    • Infecciones (encefalitis vírica, infecciones asociadas al VIH, etc.)
    • Sustancias tóxicas (monóxido de carbono, metanol, alcohol, etc.)
    • Traumatismos cerebrales repetidos (boxeadores).
    • Tumores.
    • Hidrocefalia.
    • Hematoma subdural crónico.

El tratamiento requiere un enfoque multidisciplinar e individualizado de forma que se inicie cuando exista un cierto grado de deterioro funcional, si bien el momento exacto depende de factores como la severidad, la incapacidad funcional, la edad, la alteración cognitiva, la comorbilidad, los problemas psicosociales y lo que el paciente espera del tratamiento. No existe curación ni prevención, pero sí se puede conseguir el control de la mayoría de los problemas que ocasiona.

En cuanto al tratamiento farmacológico, en los mayores de 70 años, la L-dopa sigue siendo la base del mismo, iniciándose con la menor dosis posible por la mayor frecuencia de efectos adversos (alucinaciones, hipotensión postural, delirium, problemas gastrointestinales). Posteriormente, se debe ir aumentando la dosis progresivamente. Mejora casi todos los síntomas de la enfermedad aunque mejoran en menor grado el temblor y las alteraciones de la marcha. No detiene la progresión de la enfermedad, a pesar de la mejoría sintomática siendo sólo un tratamiento paliativo.

Entre el resto del arsenal terapéutico, se encuentran otros grupos de fármacos como los agonistas dopaminérgicos y los inhibidores de la COMT. Tienen una importancia menor, aunque pueden usarse para retrasar la aparición o mejorar los efectos secundarios de la L-dopa. En cuanto a los anticolinérgicos, deberían evitarse de rutina en adultos mayores  por sus efectos secundarios, salvo como intento terapéutico ante la presencia de temblor muy incapacitante o distonía.

El tratamiento quirúrgico, mediante la cirugía estereotáxica y la estimulación crónica de ciertos núcleos encefálicos con estimuladores cerebrales profundos, y en el futuro la cirugía con implantes celulares de diversos tipos, son opciones terapéuticas, no exentas de riesgos, que todavía están en vías de desarrollo y con unas indicaciones muy concretas.

La rehabilitación y el mantenimiento de la actividad física son un complemento fundamental indispensable del tratamiento médico, para luchar contra la disminución de la actividad física, la rigidez y sus consecuencias, aunque no tiene efectos sobre el temblor.

Fuente: MAPFRE

 
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