Las posibilidades de sufrir una muerte prematura aumentan un 14% en las personas mayores que sufren soledad extrema, según una investigación realizada por Dr. John Cacioppo, profesor en la Universidad de Chicago. A pesar de que la soledad se pueda experimentar a lo largo de la vida, el riesgo aumenta de manera notable en la vejez.
El estudio examina el papel de la satisfacción en las relaciones sociales de las personas mayores a la hora de desarrollar la capacidad de enfrentarse a la adversidad y a los retos propios del día a día.
En el marco de la conferencia “Las conexiones gratificantes sociales promueven un envejecimiento exitoso", el profesor de psicología señaló sobre la soledad extrema que “las consecuencias para la salud son dramáticas porque sentirse aislado de los demás puede interrumpir el sueño, elevar la presión arterial e incrementar la tasa de la hormona del estrés cortisol por la mañana. También alterar la expresión génica en las células inmunes y aumentar la depresión y disminuir el bienestar subjetivo general”.
La soledad de las personas que se sienten solas, y no de las que viven solas, debilita el sistema inmunológico, y en consecuencia incrementa el riesgo de padecer enfermedades. Sin embargo, se puede paliar si se mantienen activos los círculos sociales.
“Retirarse para vivir en un clima más cálido entre extraños no es por necesidad una buena idea si esto significa que la persona estará desconectada de las seres queridos que suponen mucho para ella”, señaló Cacioppo.
Uno de los momentos clave en el cambio de ambiente social es la jubilación y la salida del mercado laboral. Un envejecimiento activo puede evitar que los mayores sufran soledad. La mayoría de las personas que llegan a la vejez inician alguna actividad nueva que no realizaban antes, como el deporte o ejercicio físico, los cursos de manualidades, el turismo, salir con los amigos y cultivar un huerto o jardín.
Mientras que en 2006 la principal preocupación de los mayores en España era la soledad, en 2012 está pasa a un segundo plano, según estudios del Instituto de Mayores y Servicios Sociales-IMSERSO. De las personas encuestadas, el 34,6% afirmaba no sentirse sola nunca mientras que un 11,4% reconoce experimentar la soledad de un modo permanente. También son destacables las diferencias que existen entre las personas de entre 65 y 69 años y las octogenarias. Los mayores que se encuentran en la primera franja de edad tienden a emprender más actividades y a sentirse menos solas, quizás por haber tenido una experiencia vital diferente respecto a las generaciones precedentes.
En palabras del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez: “El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”.
Fuente: FIAPAM
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