Se trata de una enfermedad que algunos autores han definido como una auténtica epidemia; una epidemia silenciosa que supone numerosos costes personales y sociales, fundamentalmente derivados de su principal consecuencia: las fracturas óseas. Esta enfermedad afecta a un número considerable de individuos (se calcula que en España hay aproximadamente tres millones de personas con osteoporosis), siendo más frecuente entre los adultos y los adultos mayores. La consecuencia más temida en la osteoporosis es la fractura y, secundariamente, la dependencia, formando un problema sociosanitario y económico de primera magnitud.
La osteoporosis es una enfermedad donde se da una pérdida progresiva de la masa ósea que, unida a alteraciones en la microarquitectura del hueso, provoca una mayor fragilidad, menor resistencia a las fuerzas, y por lo tanto un aumento del riesgo de fracturas, que se pueden producir ante un mínimo traumatismo o incluso de forma espontánea.
Las causas y factores de riesgo para el desarrollo de la osteoporosis son:
- El envejecimiento. En sí mismo implica una reducción de la masa ósea por ralentización del propio metabolismo. Asimismo, la sarcopenia, la pérdida de masa de músculo esquelético, implica una reducción ósea por suponer un menor estímulo de los huesos con el movimiento.
- Menopausia. La disminución de la cantidad de estrógenos producidos en los ovarios se ve drásticamente reducida tras la menopausia. Esta hormona es necesaria para mantener un nivel óptimo de calcio en los huesos.
- Pobre ingesta de calcio. Especialmente tras la menopausia hay una mayor pérdida de calcio por la orina. Si la cantidad eliminada no se repone correctamente habrá un desequilibrio, lo que facilitará una disminución de la masa ósea rápida y por lo tanto la aparición de osteoporosis.
- Hidratación y mineralización. La escasa ingesta de agua y minerales en muchos casos hace que disminuya la masa ósea. No sólo es necesario el aporte de calcio en la dieta, sino su equilibrio proporcionado con el magnesio y el fósforo como principales minerales.
- Dietas inadecuadas. Relacionadas con distintos problemas, que harán que exista un desequilibrio en la ingesta de macro y micronutrientes.
- Inmovilización prolongada. La forma de poder generar hueso es continuar con una vida activa y una musculatura acorde, que estimule la formación y el fortalecimiento de los huesos. Esta acomodación de hábitos sumado a muchas enfermedades y dolencias de la vejez que obligan a la población mayor a permanecer encamados o por largos períodos inactivos, hace que se acentúe el problema de la osteoporosis.
- Poca exposición al sol y alteraciones hepáticas o renales. Todas ella son causas de disminución en la adquisición, metabolismo y acción de la vitamina D, básica para la fijación del calcio en el tejido óseo y para su formación.
- Fármacos. A medida que se envejece, aumentan las necesidades de utilizar medicamentos durante largos periodos de tiempo o de forma crónica. Muchos de ellos producen como efecto adverso la pérdida de masa ósea, como son los corticoides usados en tratamientos de enfermedades crónicas. Otros fármacos que pueden favorecer la pérdida de masa ósea son los diuréticos y ciertos fármacos anticonvulsivos.
- Uso de tabaco y alcohol. Se ha observado una mayor frecuencia de osteoporosis cuando se presenta el consumo de dichas sustancias.
La osteoporosis es en las primeras fases una enfermedad asintomática, mientras que en las fases avanzadas aparece:
- Dolor o sensibilidad ósea.
- Fracturas con poco o ningún traumatismo.
- Pérdida de estatura.
- Lumbalgias o cervicalgias debido a fracturas de los huesos de la columna.
- Postura encorvada o cifosis.
Diagnóstico
El diagnóstico de la osteoporosis se realiza de forma indirecta a través de métodos radiológicos, ya que el estudio directo histológico de una muestra de tejido óseo a través de una biopsia queda fuera de la práctica clínica rutinaria.
Los métodos radiológicos son muy diversos pero se pueden resumir en la utilidad de las radiografías convencionales de huesos y en la densitometría ósea. La radiografía convencional tiene una baja sensibilidad en la detección de este proceso, ya que es necesario una pérdida de al menos un 30 % de la masa ósea para detectar la osteoporosis en ciertos huesos. La densitometría ósea es una técnica específica que permite medir la densidad mineral ósea. Confirma y diagnostica la osteoporosis, y con ella se puede seguir a los pacientes en su evolución y su respuesta a los tratamientos.
Existen numerosas pruebas bioquímicas determinadas en análisis rutinarios que estudian el estado metabólico del hueso y que tienen su utilidad sobre todo en la osteoporosis secundaria.
En la osteoporosis es fundamental la prevención, ya desde antes de entrar en la tercera edad, para evitar la evolución de la enfermedad hacia fases avanzadas y de difícil solución. Para ello es recomendable:
- Hacer ejercicios adecuados y acordes a cada persona. En éstos es necesaria la combinación de ejercicios aeróbicos junto con algunos de impacto suave, para estimular la incorporación de calcio en la matriz ósea, disminuir la destrucción ósea y aumentar la formación de hueso nuevo.
- Baños de sol. Ayudan a formar en la piel la vitamina D, fundamental en el metabolismo del calcio, teniendo en cuenta las precauciones de no someterse a exposiciones largas en horas de máxima insolación y de temperaturas altas y asegurar una buena hidratación.
- Ingesta de nutrientes adecuada. En especial asegurar la ingesta de calcio en la dieta, así como proteínas y otros nutrientes como magnesio y fósforo.
Los objetivos del tratamiento de la osteoporosis son:
- Controlar el dolor asociado a la enfermedad.
- Retardar o detener el proceso de pérdida ósea.
- Prevenir fracturas con medicamentos que fortalezcan el hueso.
- Minimizar el riesgo de caídas que podrían causar fracturas.
Existen diferentes tratamientos para la osteoporosis, incluyendo cambios en el estilo de vida y una diversidad de medicamentos. Los medicamentos se utilizan para fortalecer los huesos cuando:
- Se ha diagnosticado osteoporosis por medio de un estudio de densidad ósea.
- Se ha diagnosticado osteopenia (huesos delgados, pero no osteoporosis) por medio de un estudio de densidad ósea, si se ha dado una fractura de hueso.
Los bifosfonatos son los principales fármacos empleados tanto para prevenir como para tratar la osteoporosis en mujeres posmenopáusicas.
Los bifosfonatos tomados por vía oral incluyen alendronato, ibandronato y risedronato, que se toman generalmente una vez a la semana o una vez al mes.
La calcitonina se presenta en aerosol nasal e inyectable. Es un medicamento que retarda la velocidad de la pérdida ósea y alivia el dolor óseo.
Los principales efectos secundarios de la calcitonina son la irritación nasal en la presentación en aerosol y náuseas en el caso de la presentación inyectable.
Los estrógenos ya casi no se utilizan para prevenir la osteoporosis. No están aprobados para tratar a mujeres postmenopáusicas con osteoporosis debido a que conllevan un aumento inaceptable del riesgo de padecer una neoplasia ginecológica.
La teriparatida, un derivado de la hormona paratiroidea, está aprobada para el tratamiento de las mujeres posmenopáusicas que tengan osteoporosis severa y se considere que presenten un alto riesgo de sufrir fracturas. El fármaco se administra a través de inyecciones diarias subcutáneas y la misma paciente se las puede aplicar en la casa.
El raloxifeno se utiliza para la prevención y el tratamiento de la osteoporosis. El raloxifeno puede reducir el riesgo de fracturas de la columna en casi el 50%; sin embargo, no parece prevenir otras fracturas, incluyendo las de la cadera. El efecto secundario más serio del raloxifeno es un pequeño riesgo de coágulos sanguíneos en las venas de las piernas (trombosis venosa profunda) o en los pulmones (embolia pulmonar).
El ejercicio regular puede reducir la probabilidad de fracturas óseas en personas con osteoporosis, tanto por el aumento de la masa ósea como por la disminución del riesgo de caídas. Algunos de los ejercicios recomendados son:
- Ejercicios de soporte de peso: caminar, correr suavemente, jugar al tenis, bailar.
- Ejercicios de resistencia: pesas libres, máquinas de pesas, bandas de caucho para hacer estiramientos.
- Ejercicios de equilibrio: taichí, yoga
- Montar en bicicleta estática.
- Utilizar máquinas de remos.
Se debe consumir al menos 1.200 miligramos de calcio al día y de 800 a 1.000 unidades internacionales de vitamina D. Si no se pueden asegurar estas cantidades se recomendarán suplementos tanto de calcio como de vitamina D. Son alimentos ricos en calcio:
- Queso y otros productos lácteos.
- Hortalizas de hoja verde, como espinacas y col rizada.
- Leche baja en grasa.
- Salmón.
- Sardinas (con las espinas).
- Tofu (queso de soja).
Fuente: Mapfre