La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva adelante una campaña tendiente a que los países que integran ese organismo cumplan con la promesa de ejercer un control efectivo de las enfermedades no transmisibles que integran un grupo prioritario de riesgo, según datos que se han difundido en el mundo. En ese cuadro está la diabetes, mal que aqueja severamente a la población global y que se viene acentuando desde las décadas finales del siglo XX.
La cantidad de diabéticos ha crecido en la generalidad de los países, entre 1980 y 2014, hasta llegar en términos mundiales a 422 millones el número de pacientes con esa enfermedad. Esta cifra expresa de por sí la gravedad de la situación de la diabetes con la consiguiente necesidad de que la población se informe y las autoridades asuman clara conciencia del deber de prevenir el riesgo presente y se adopten las medidas que permitan su reducción.
El efecto perturbador que produce la diabetes se vincula con la cantidad de glucosa en sangre (hiperglucemia), debido a una insuficiente secreción de la insulina, hormona segregada por el páncreas cuya acción regula la cantidad de glucosa; cuando esa secreción se torna deficitaria, se alteran los valores normales de azúcar en sangre. Se distinguen dos tipos de diabetes. Una es la de tipo 2, que es la descripta, la más frecuente, pues se da en el 90 o 95% de los casos y se revela a partir de los años de la vida adulta. La de tipo 1, en cambio, se presenta en niños y adolescentes cuyos organismos muestran incapacidad para producir la indispensable insulina, sin que se conozca hasta la actualidad cuál es la causa que lo impide. La diabetes tipo 2 suele manifestarse en la mujer durante el embarazo y provocar problemas a lo largo del tiempo de gestación y en el parto. Puede afectar también el organismo del bebe.
Son factores desencadenantes de la enfermedad el sedentarismo y la obesidad y, en su sintomatología reveladora, se cuentan la polidipsia (mucha sed o boca seca), la poliuria (aumento de la necesidad de orinar) y la polifagia (demanda excesiva de comida).
En el Día Mundial de la Salud se dio a conocer un estudio sobre la diabetes, de dimensiones poco frecuentes, llevado a cabo por un consorcio de 500 investigadores, tres de ellos argentinos. El trabajo realizado abarcó a 700 poblaciones e incluyó información clínica relativa a 400 millones de pacientes de 150 países. Dentro de un informe tan vasto se calculó el costo que insume la enfermedad anualmente en el mundo: nada menos que 850.000 millones de dólares. En esa investigación pudo establecerse que padece de diabetes el 12% de los adultos mayores de 34 años; también, que el sobrepeso y la obesidad afectan al 73% de los habitantes del mundo y se los considera como antecedentes de la diabetes.
Ante el panorama observado por una enfermedad de riesgo, la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne, ha señalado que en nuestro continente muere alrededor de medio millón de diabéticos anualmente, que esta enfermedad es la cuarta causa de decesos en el mundo y que, dentro de sus consecuencias, se encuentran la ceguera, problemas circulatorios y nerviosos y trastornos e insuficiencias renales. Esta limitada descripción justifica solicitar de los gobiernos, especialmente en el área de la salud pública, y de las organizaciones de la sociedad civil la insistencia en políticas preventivas, la promoción de medidas que contribuyan a una alimentación saludable y la difusión informativa del alto grado de azúcar, grasas o sal en los alimentos procesados que se expenden.
Fuente: La Nación - Argentina
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